
Cuando al finalizar el encuentro algunos hinchas gritan «¡ganamos!» dicen la verdad al incluirse como protagonistas.
El aliento desde las tribunas es determinante del desempeño de quienes efectivamente están compitiendo.
Los aplausos, los cánticos, los acompañamientos musicales estridentes, recibidos por los jugadores, optimiza realmente su desempeño. No es una ilusión, ni una fantasía y ni una creencia mística: realmente lo sienten, los emociona y los influye.
Si estamos de acuerdo en lo precedente, también podemos avanzar un poco más y afirmar que en nuestra vida tendremos éxito con más frecuencia en aquellas actividades para las que recibimos el apoyo de nuestro entorno (padres, familiares, amigos, profesores).
Nuestro auditorio reaccionará favorablemente con aquello que más le gusta de nuestra actividad y nos alentará a que «hagamos más de lo mismo».
Los deportistas prefieren siempre jugar como locatarios y rehúsan jugar como visitantes. Estos son datos de la realidad. Todos los conocemos.
Aunque nuestra gestión de vida sea mucho menos concentrada en el tiempo (las competencias deportivas duran unos pocos minutos), dependemos en gran medida de ese aliento porque equivale a energía, a combustible (como si fuéramos una máquina).
La escasez de energía, nos quita entusiasmo, alegría, fuerza, productividad: vida.
De ahí que nuestra estrategia debería consistir en «jugar» siempre de locatarios, con auditorio a favor y evitar «jugar» como visitantes con auditorio hostil.
Este artículo es útil por dos motivos: Porque las premisas parecen correctas, válidas, compartibles, y segundo porque no somos educados para buscar sistemáticamente los mejores auditorios y hasta podemos sentir que no somos locatarios en ningún lugar.
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