Si a usted le dijeran que la hija de Madonna es una gran cantante, ¿lo creería? Y si le dijeran que un nieto de Einstein es un gran físico y matemático?
La mayoría piensa que los talentos se heredan a través de los genes mientras que los más escépticos admiten que cuando alguien nace y crece junto a una persona que se destaca por alguna cualidad, probablemente la incorpore por imitación.
De hecho las monarquías siguen existiendo en pueblos supuestamente muy avanzados y en las dinastía se perpetúan el poder económico, político o cultural.
Nuestro cerebro piensa en forma binaria. Gran parte de lo que entiende lo hace contraponiendo blanco con negro, bueno con malo, frío con caliente.
Días pasados le conté que la envidia —curiosamente— parece no tener su correspondiente sentimiento opuesto (1).
Como no podía ser de otra manera, la creencia en las «cualidades hereditarias» se corresponde —en nuestro cerebro— con «las culpas hereditarias». Lo observamos cuando los descendientes de alguien sufren lo que podríamos llamar una «venganza transgeneracional»: Los hijos y los nietos siguen pagando las culpas de un antepasado.
Entre otros, Stalin y Hitler (imagen) creían en la «corrupción de la sangre», persiguiendo, encarcelando o matando no solo a quienes cometían un delito sino también a todos sus familiares.
Lo interesante de esto no es tanto que alguien imagine virtudes en el hijo de un virtuoso o que en el pasado hayan habido salvajes persecuciones y castigos inspirados en la supuesta culpabilidad genética o sanguínea. Lo interesante es que nuestro cerebro sigue funcionando igual que el de Stalin o el de Hitler, aunque felizmente no estamos en las circunstancias que ellos vivieron.
(1) El sentimiento que falta
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13 comentarios:
En la web hay pocas publicaciones que hagan pensar.
Lo saludo - Te saludo - Te deseo salud.
¡Qué POTRO Stalin¡
Para mi lo contrario de la envidia es la generosidad, pero no estoy tan segura.
Me parece que lo contrario a la generosidad es la avaricia.
Hace poco escuche a un Ministro de gobierno, desacreditar a otro actor de la vida política por ser el hijo de una persona mayoritariamente indeseable en mi país. Me dejó sorprendida.
A mí me pone los pelos de punta pensar que nuestras creencias puedan llevarnos a las más extremas de las violencias.
Es bastante frecuente aún que la pelea con un miembro de la familia se haga extensiva a toda la familia. Esto también es metonímico.
Para mi hermana la culpa que heredé de mi mamá fue su bonito trasero.
Creo más en la corrupción moral de una familia que en la corrupción de la sangre. Y me parece que la corrupción moral se aprende, no se hereda.
Stalin debería haber concentrado su atención en la corrupción de los burócratas.
En mi equipo de trabajo a menudo se da la venganza transdisciplinaria.
Aunque admito que hay elementos que los unen o igualan, no me parece justo poner en un mismo nivel a Hitler y a Stalin.
Mi cerebro entiende muy bien cuando salgo con una chica negra y otra blanca.
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