Cuando leemos un contrato (de seguro, de adhesión, de préstamo), podemos llegar a aburrirnos con todas las ideas, precauciones, excepciones, casos, situaciones posibles e infinitos detalles que ahí están considerados.
Ese documento fue redactado por muchas personas, fueron consultados a su vez otros documentos similares confeccionados en el pasado o vigentes en el presente por muchos otros contratistas, de variados países y en muchos idiomas.
Este fenómeno nos puede llevar a pensar que alguien puede tener en cuenta ciertos temas sin que formen parte de su pensamiento.
Por ejemplo, alguien le dice al analista: «... y no vaya a pensar que tengo predilección por alguno de mis hijos ...» o alguien le dice a su padre: «Si no quieres prestarme tu auto no creas que igual lo usaré cuando estés viajando».
Tenemos un dicho popular según el cual «el que se ataja, pierde», queriendo significar que el solo hecho de ponernos en guardia delata nuestras intenciones.
El psicoanálisis toma en cuenta todo esto y da por cierto que cualquier comunicación espontánea representa a un contenido mental propio, aunque quien lo diga aclare que no deberemos pensar que esa idea le pertenece.
También es interesante tener en cuenta que el propietario de esa idea no podría expresarla si no es en forma de negación y apoyándose en las fantasías de que es el otro quien realmente piensa o podría pensar de esa forma.
Quien advierte que no vayamos a pensar que tiene predilección por uno de sus hijos o que no pasa por su cabeza usar el auto, efectivamente tiene predilección por uno de sus hijos o tiene pensado usar el vehículo, pero para poder expresarlo necesita negarlo como propio y atribuírselo al interlocutor (proyectarlo).
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12 comentarios:
Una vez leí que para llegar a ciertas creencias o aceptaciones, es necesario hacer un recorrido que no es precisamente una línea recta.
Qué buen dato, para descubrir a los mentirosos.
No estoy de acuerdo. Nos atajamos para darle a entender al otro que nos imaginamos lo que podría llegar a estar pensando.
Para tomar algo en cuenta, tiene que estar en mi pensamiento, pero no significa necesariamente que yo vaya a realizar todo lo que manejo como posibilidad en mi mente. Puedo tener en cuenta la posibilidad de utilizar el auto cuando no esté su dueño, y también puedo tener en cuenta que el dueño tema que yo haga eso y decírselo. Ninguno de esos dos pensamientos son suficientes para afirmar que en realidad pienso hacerlo.
Mis comunicaciones espontáneas son dictadas desde el más allá; acá no se oye nada!
¿Y cuando las comunicaciones no son espontáneas, el contenido mental de quién es?
El dicho popular que ud menciona a veces no se tiene en cuenta, por ej, el día del arquero.
Las ideas no nos pertenecen, sólo somos sus usuarios.
Mi hijo acaba de decirme que "no crea que NO va a usar el auto". A esta altura no entiendo qué es lo que no me quiere decir.
En forma permanente nos dirigimos al otro teniendo en cuenta qué es lo que piensa.
No tengo predilección por ninguno de mis hijos, así que no le voy a prestar el auto a ninguno de ellos.
siempre trato de atajarme pero igual termino en el ángujo izquierdo
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