lunes, 7 de septiembre de 2009

Mi peor amigo fiel

Mi mamá era una persona muy ordenada, disciplinada, racional. Recuerdo que toda la ropa la lavaba y guardaba en bolsas de polietileno negras que luego tenía que abrir una por una para saber si ahí estaba lo que buscaba.

La sugerencia de mi abuela de que usara polietileno trasparente la ponía de mal humor.

Años después salió este tema en una de mis tantas sesiones de análisis y entendí que ella necesitaba ignorar lo que guardaba, no quería verlo; un placar ordenado por ella mostraba prolijas bolsas negras y opacas, todas iguales.

En la lógica psicoanalítica esto puede interpretarse de varias formas. La que creo más acertada dice que ella prefería no saber de sí misma.

Por el contrario, mi abuela era partidaria de conocerse. Quería que las bolsas mostraran sus contenidos como también era partidaria de contar sus dudas, sus éxitos, sus deseos más ingenuos o más preocupantes. Hasta se reía de sí misma.

Mi mamá era casi triste y mi abuela era casi alegre. Mi mamá era pesimista y mi abuela optimista. Estar con mi mamá era más difícil que estar con mi abuela. Mi mamá aburría y mi abuela entretenía.

Toda esta historia contiene los fundamentos del psicoanálisis como técnica terapéutica.

Hablar y escribir sobre lo que pensamos nos aporta transparencia a nuestra propia vida, nos permite saber con quién estamos cuando estamos solos.

El refrán lo dice bien: «Más vale malo conocido que bueno por conocer». Adaptado a estos comentarios el refrán diría: «Más vale saber lo malo que haya en nuestra mente que lo bueno que podamos imaginar».

Aunque suene insólito, el sólo hecho de hablar (o escribir) nos permite saber quién somos y aunque no seamos tan maravillosos como nos imaginábamos, pronto empezaremos a querernos de nuevo, pero ahora sin maquillajes, tal cual somos. Sin ocultamientos.

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12 comentarios:

Raulinho dijo...

"ORDEM E PROGRESSO" dicen los brasileños en su bandera (nada menos).

Alicia dijo...

Conocerse a uno mismo da miedo, y a la vez mucho trabajo. Es interesante verse en el espejo recién despierto a la mañana.

Rulo dijo...

Ud perdonemé, pero su madre era terrible obsesiva!

Fermina Verdín dijo...

A través de este medio de comunicación ud está promoviendo el uso de las bolsas de polietileno. Debería hacer un uso más responsable de su blog y defender a la Naturaleza de la que tanto habla.

Gladys Ladilla dijo...

¡Sea coherente por favor! Si su abuela era casi alegre, entonces era casi optimista. Lo mismo aplicase a su madre; si ella era casi triste, era por lo tanto casi pesimista.
Todo esto siempre y cuando exista una relación entre la alegría y el optimismo, así como entre la tristeza y el pesimismo.

Nahir dijo...

Hago todo lo posible por aceptarme tal cual soy pero es en vano. Me sacrifico no maquillándome y dejándome las canas, pero cada dos por tres me sorprendo imaginándome maravillosa.

Prudencio dijo...

Si alguien se guía por lo que escribo, se va a llevar una idea muy equivocada de mí.

Caléndula dijo...

¡No me asuste! No estoy con nadie cuando estoy sola. Lo sé muy bien.

Matías dijo...

En la playa la gente se muestra sin ocultamientos y a mí no me parece que esté tan bueno.

Guadalupe dijo...

Toda la educación que recibimos está enfocada a que imaginemos todo lo bueno de nosotros mismos y ocultemos o neguemos todo lo malo por avergonzante.

Matilda dijo...

Mi tía-abuela tapaba todas las cosas de sus casa con nylon transparente. Quizás ella no quería que el mundo contaminado y sucio de afuera se metiera entre sus cosas.

Laura dijo...

No estoy de acuerdo con el refrán que dice "más vale malo conocido que bueno por conocer". Es demasiado conservador.