Uno de mis tantos temas recurrentes es el de la inmadurez y su correspondiente irresponsabilidad.
Es notorio que me molestan las personas que se «lavan las manos», los evasores, los abusadores y los parásitos.
Con igual énfasis creo que porque a mí no me gusten esas personas debo suponer que están en un error y que deban rectificar su actitud.
De hecho, ni ellos ni los que se parecen a mí hacemos lo que queremos sino que las circunstancias nos obligan a ser como somos (porque el libre albedrío es una ficción) y por tanto tampoco podemos hablar de «santos y pecadores».
Estoy casi seguro de que aquello que nos comunicamos influye en nuestra forma de ser. El hablarnos (o escribirnos) genera cambios reales y tangibles aunque no inmediatos y espectaculares.
Es habitual que nos sintamos orgullosos cuando alguien nos consulta, nos pide opinión, quiere saber lo que pensamos sobre algo que el consultante está en duda.
Ese honor por ser consultados posee una contracara que vale la pena señalar sólo para tenerlo en cuenta, para que quede dicho o escrito y que no se nos pase desapercibido.
Quien nos consulta es cierto que solicita nuestro aporte pero también está procurando que nos involucremos en sus dificultades. Está buscando socios para compartir un gasto o un riesgo, o está buscando cómplices cuando la duda incluye algún aspecto moral.
Cuando la hija le pregunta a la madre si se muda a la casa del novio o no, la gratifica pero también está preparando las circunstancias para que si esa mudanza no tiene un final feliz, ambas sean similarmente responsables del fracaso.
Si un amigo nos consulta sobre si deberá denunciar o no un delito del que fue testigo involuntario, nos gratifica con su confianza pero también nos obliga a ser su cómplice en caso de que eluda su responsabilidad.
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13 comentarios:
Debo ser madura, ya pasadita tirando a vieja, porque no me gusta CONSULTAR.
También es verdad, que a veces me recontra CLAVO¡¡¡
Si es cierto, en las consultas existen matices:
Para corraborar,oír lo que desean oir,hacernos complices, adoptantes,etc.Creo que pisar el suelo debe ser lo adecuado.
La vieja tenía razón: "Nadie da puntada sin hilo".
Cada vez sabe más.
Me críe creyendo que las mujeres no debían ser consultadas. Mi padre no me consultó nunca en nada, tampoco mis hermanos, y mi madre no tomaba cartas en el asunto. Además a ella tampoco la consultaba mi padre. Será por eso que ahora exijo que se me consulte para todo. Nunca se me había dado por pensar en esos otros aspectos que implica la consulta. Sus reflexiones son de gran utilidad.
Debo confesar que cada vez que me veía obligado a consultar a un colega porque sabía más que yo, me daba bastante fastidio y muchas veces terminaba haciendo lo contrario a lo que se me aconsejaba.
En cada una de nuestras "decisiones" se manifiesta lo que somos. Lo que somos es producto de multiplicidad de circunstancias bio-psico-sociales. Por lo tanto no decidimos nada.
Entiendo a Eriberto pero su postura me causa un enorme desasosiego. ¿De qué hablamos cuando hablamos de libertad? Siento que se hace urgente un salto cualitativo que nos permita construir una nueva concepción de la sociedad y del ser humano. No es posible seguir alimentando a un sistema basado en un libre albedrío que no existe. Tampoco quiero caer en el cinismo. Tarde o temprano las bases de nuestra sociedad tendrán que cambiar.
Estoy cansada de que me supongan inmadura.
Me aliviana un poco compartir mis errores con mi supervisor.
Los que trabajamos como Consultores tenemos muy claro el planteo que ud propone. Por ese motivo cobramos lo que cobramos.
A veces me ha dado grandes satisfacciones involucrarme en los problemas de mis amigos. Otras veces, es cierto, salí jodido.
Cuando alguien me consulta por algo, siempre trato de darle una respuesta. Por ej, si me preguntan por una calle que no conozco, digo igual lo que me parece, pero transmitiendo confianza. No me gusta sacar a luz mis falencias.
No le gusta que abusen de ud, doc?
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