jueves, 3 de septiembre de 2009

Tú y yo: ¡un solo corazón!

He comentado (1) que —según el psicoanálisis y otros estudiosos del ser humano— comenzamos nuestra vida con la sensación de que formamos parte de todo lo que nos rodea.

Algunos le llaman «sentimiento de fusión», otros «sentimiento oceánico», otros «Nirvana», otros «etapa de indiscriminación».

Esto significa que el pequeño no se da cuenta que está separado de su mamá, de su papá, de su cuna, de su biberón.

La evolución natural, la maduración del cuerpo —ya que nacemos muy incompletos y fuera del útero el desarrollo continúa durante años— permite que paulatinamente nos demos cuenta que somos otra persona, diferente de mamá, del oso de peluche, de nuestra caca una vez excretada.

Pensemos ahora que el niño recién nacido tiene una máxima indiscriminación y que a medida que va desarrollándose, evolucionando, creciendo, paralelamente va dándose cuenta cuán separado está del resto del universo que lo rodea. Asignemos un valor 10 al máximo de indiscriminación (fusión con el entorno) y 0 (cero) a la discriminación completa (sentimiento de ser un individuo separado del resto).

Pues bien, según he podido apreciar, nadie llega al 0 (cero) absoluto. Todos nos quedamos a medio camino. Algunos llegan a un 3, otros se quedan en un 5, los hay que se detienen en 8.

¿Qué significa esto? Significa que algunas personas se sienten más fusionadas (8) con el entorno que otros (3), más unidas, menos independientes, más solidarias, menos individualistas, más pendientes de lo que opinan los demás, proclives a sufrir por el dolor ajeno como si fuera propio.

Me animo a decir que usted ya está tratando de evaluarse y además que está pensando en lo que está bien y lo que está mal.

Esta reacción está determinada por la cultura, por su escala de valores, por lo que le enseñaron. En sí, quizá todos estamos bien en la medida que estemos conformes con la vida sin tener que molestar a los demás para lograrlo.

(1) La realidad me obedece

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15 comentarios:

Raquel dijo...

Creo que estoy en uno. No me importa nadie. NO soy solidaria ni conmigo misma.

Cacho dijo...

Sin duda nena!!

Loreley dijo...

No puedo creer que de pequeña no me diera cuenta de que estaba separada de mi papá ¡si lo veía cada muerte de obispo!

Mauricio dijo...

Mi mujer repite insistentemente que soy una mierda. Temo volver a estadios muy primitivos.

Matilda Levrera dijo...

Me gusta sentirme independiente pero formando parte de algo, me parece que ambas cosas pueden ir juntas.

Lic. Rocamora dijo...

La indiscriminación psicótica lleva a una identificación masiva con el otro. Un accidente, un delito, una muerte vista por televisión, pueden llegar a angustiar tanto como si se hubiesen sufrido en carne propia.

CHECHU dijo...

SOY CERO

Guyunusa dijo...

¿Quiénes estarán más fusionados con el entorno? ¿los que lo respetan o los que lo agreden? Supongo que depende de que la persona se respete a sí misma o se autoagreda. El que se respete tenderá a respetar su entorno, lo mismo pero al revés con el agresor. En ambos casos el grado de fusión puede ser el mismo.
Las personas que se reconocen separadas de su entorno pueden estar con mucha bronca y no por eso sentir la necesidad de salir a hacer destrozos (los bándalos). Entonces el grado de fusión estaría en relación a la capacidad que tenemos de separar lo que nos sucede adentro (a nosotros mismos) y lo que sucede afuera.

Lilí dijo...

Es cierto, la maduración del cuerpo me ha hecho ver con el tiempo que soy otra persona.

Mª Eugenia dijo...

¿puede ser que el miedo a la oscuridad en los niños tenga que ver con la conciencia nueva de saberse separados del entorno?

Roberto dijo...

Puedo ser individualista, independiente, maduro, y ser capaz de interactuar con el entorno armoniosamente, respetando el Orden universal.

Roberto dijo...

Puedo ser individualista, independiente, maduro, y ser capaz de interactuar con el entorno armoniosamente, respetando el Orden universal.

Noé dijo...

La persona que no puede vincularse con sus semejantes normalmente, padece una enfermedad.

Mosquita muerta dijo...

El único número que tolero es el teléfono de mi amante.

Ruby dijo...

Una depravación muy común es la pedofilia cuando busca mujeres muy aniñadas como para poder imaginar que son realmente niñas.