Lo que les voy a informar, como casi siempre, es un descubrimiento reciente hecho por mí, con todo el rigor científico que me caracteriza y que ustedes podrán confirmar seguidamente.
Cabe puntualizar que el esclarecimiento obtenido está fuera del conocimiento de prácticamente todos los psicopedíatras y lo obtuve de casualidad, como nos pasa a quienes no paramos de buscar ideas sobre qué es el deseo humano.
Ahí va: Habrán observado reiteradas veces que los niños huyen con indisimulado rechazo de las señoras que procuran seducirlos apelando nada menos que a besarlos.
Estos pequeños que, debido a la preocupante prematuridad de nuestra especie, tienen hiperdesarrollado el instinto de conservación, detectan que en esas manifestaciones de amor se oculta un peligro. ¡Nada más cierto! Los niños no se equivocan.
Las señoras que embelesadas por un niño se abalanzan sobre él para tomarlo en sus brazos, acariciarlo y hacerle todos los mimos imaginables, no están desplegando una metáfora cuando dicen: «¡Ay que divino/a, me lo/a comería!».
Los niños se quejan de que en esos besuqueos reciben un tsunami de saliva que se les genera a las señoras porque efectivamente se lo quieren comer. La humedad de sus besos obedece precisamente a que se les hace agua la boca pero, repito, ¡¡en sentido literal!!
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18 comentarios:
No puedo creer que efectivamente alguien corra peligro con una señora amorosa porque no hay datos históricos de que eso haya ocurrido alguna vez, pero recuerdo cómo me molestaba una vecina de mi casa que se llamaba Jidita porque por algún motivo la tenía conmigo y me amasaba contra su enorme pecho y me besuqueaba toda la cara. Nunca más volví a sentir en otra persona aquel extraño olor.
En algún lado leí que la envidia es como una especie de hambre. El deseo también es una forma de hambre. Las mujeres disfrutan más de los niños que los hombres. A mi por lo menos no me hacen ninguna gracia y a la hermana que vive conmigo tiene pasión y es brutal la cantidad de dinero que gasta haciéndoles regalos y son hijos de un primo segundo. Las mujeres están para eso.
El nenito de la foto ya no sabe donde meterse pobrecito. Qué nos pasaría a nosotros si nos agarrara un calamar gigante como en la novela de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino?
Algo debe haber de todo eso porque yo a veces digo que a fulanita está para comérsela y también me parece una forma de expresarse muy clara cuando uno dice a fulanita le comi la colita. Otro: A fulano no lo trago. Buscando se encuentran
ejemplos.
Para mi que a algunos niños -no todos- no les gusta que los saquen de sus actividades, de lo que los tiene divertidos.
Generalmente esto encuentros amorosos con mujeres besuconas pueden olvidar por descuido que el niño están interesado en otros asuntos y eso los pone de mal humor.
Llegué a la vida como prostituta o por lo menos eso es lo que cuenta mi familia. Parece ser que yo me dejaba besar y abrazar solamente por aquellas personas que traían algún regalo y que me escondía de los que no lo traían.
Parece que mis afectos estaban centralizados en mis padres y mi gata. Nadie más.
No nos conformamos con nada. Carezco de memoria suficiente y supongo que a mí tampoco me habrán gustado estas efusiones pero ahora que ya soy grande ¡cómo me gustaría que me abrazaran, me besaran, me acariciaran toda!
Con un tono más delirante (como le gusta al psicoanálisis - ja-ja) aporto mi idea de que el niño huye de estos ataques porque su naturaleza lo obliga a huir pero que él en realidad quiere que se lo coman porque extraña la vida intrauterina y quiere volver a la mejor época de su existencia.
El rechazo a que se lo coman es instintivo pero el verdadero deseo es de volver al útero.
Para no dejar tan renga esta interpretación, también digo que el niño demuestra temor, pero no hacia el extraño sino hacia su propio deseo.
Cuando mi hija tenía 1 y hasta los 2 años aprox, la miraba y me entraba una ternura que la abrazaba y apretujaba como impelida por un impulso irrefrenable. Me acuerdo como si fuera hoy la cara de puchero que ponía y decí "jala, jala" (que significaba dejala.
Lo que son las cosas de la vida, hoy tiene 18 y me cuesta muchísimo abrazarla. Además en cierto modo se dio eso de "dejala". Ella hace su vida, yo la mía y poco queremos saber una de la otra.
Los besos de las tías, madrinas y mujeres entrometidas, dedicadas a la adoración de los niños tienen su contraparte positiva en el sentido de promover la producción de anticuerpos en el niño. Otra consecuencia es que hacen su primer ensayo de repeler el acoso sexual.
Como madre me pasó algo extraño con eso de los besos. Tengo una hija adoptiva y una biológica. A la primera que es la mayor, le encantaba que la besuqueara toda y se mataba de la risa cuando le decía "te voy a comer la pata" y me metía el piecito en la boca. Salía del Jardín y corría a abrazarme. La segunda, que es hija del matrimonio, siempre fue más independiente, a ella lo de la pata le daba miedo y a la salida del Jardín siempre andaba trepándose a las rejas y cuando me veía salía corriendo hasta que le gritaba "esperame para cruzar".
Me gustaría conocer la opinión de la Antropología, porque es muy probable que en los albores de la humanidad, en algunas circunstancias se comiese a los hijos.
Alberto, ese es el olor del humano
hambriento antes de comer a su presa. Pero seguramente sea un gen recesivo.
Las mujeres disfrutan de los niños más que de los hombres. A mi por lo menos no me hacen ninguna gracia (mis padres no le acertaron con mi nombre). Sin embargo mi hermana que vive conmigo tiene pasión por los hombres y es brutal la cantidad de tipos que tiene y el dinero que gastan en ella haciéndole regalos.
No estoy de acuerdo con Eugenia; los niños querrán volver a la vida intrauterina para comer, dormir, flotar, escuchar sonidos, vivir en una temperatura perfecta, pero no para pasar triturados por la laringe, faringe y esófago. Ser atacados por los ácidos estomacales, marearse en el laberinto de los intestinos y terminar saliendo por el ano hechos una mierda!
¡Sí César! Buscando se encuentran esas cosas comestibles que acabás de mencionar.
Glándulas salivales ¡stop!
Hace poco una paciente me dijo que cada vez que se acostaba a dormir imaginaba que un pulpo flotaba sobre su cama en una actitud amenazante.
Me provocó nostalgia. Recordé los temores de cuando era virgen, allá en Luján.
Cuando era niña me pasaba algo similar a lo que dice Antonia, no me gustaba que me distrajesen de mis juegos para hacerme víctima de esas desmesuradas demostraciones de cariño. Hoy quisiera que fuese exactamente al revés.
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