sábado, 5 de abril de 2008

¿Qué hago con Susanita?

No le puedo decir a Susanita que deseo ser su amigo por lo siguiente:

1) Temo que ella me rechace. Por ejemplo yo le diría: «Susanita, me gustás mucho y quiero saber más de vos, quiero que hablemos, que nos veamos más a menudo» ¿y si ella me mira con desprecio y me dice algo así como «Cómo se te ocurre imaginar que yo puedo llegar a ser tu amiga»?. ¡Me muero! No soporto ni imaginarlo.

2) Para mis adentros reconozco que las cosas que quiero de Susanita son perjudiciales para ella porque son enloquecidamente favorables para mí. No puedo pensar que algo que me beneficie tanto, pero tanto, no sea inevitablemente perjudicial para quien me concede ese beneficio.

3) Tengo cosas que para mí son muy valiosas (aunque no sé objetivamente si lo son de verdad). El hecho es que para mí son todo lo que tengo y deseo seguir teniéndolas. Como pienso que lo mismo que yo aprecio todos los demás también lo aprecian, temo que si a Susanita le «abro la puerta» de mi vida, ella se aproveche y me robe todo lo valioso que tengo. Por lo tanto prefiero seguir mirándola por la ventana.

4) Supongamos que yo consiguiera coraje de no sé dónde y que me animara a plantearle con total soltura (y hasta con desparpajo) cuánto deseo ser su amigo, ¿no estaré propiciando que ella también actúe con desparpajo hacia mí y se convierta en una abusadora imparable?

¡No sé que hacer con Susanita!

●●●

16 comentarios:

Anónimo dijo...

El post de ayer mencionaba que la droga puede ser usada para darse coraje y en los vínculos vaya si son necesarias.

Empecé una terapia solamente porque mi marido insiste que donde trabajo no me sé hacer valer por lo que valgo. Quiero creerle pero no soy optimista. Realmente no creo que me vayan a aumentar el sueldo, pero por lo menos lo dejo contento a él que es mi sol.

Anónimo dijo...

Después de mirar a este niño detrás de la cortina fui a leer unas cartitas que nos escribimos con una compañera de clase cuando cursaba el 5º.

Me acuerdo como soñaba con ser su esposo, tener hijos, pero leo la postura afectada de mis cartitas y me demuestran que tenía mucho miedo y que ella se ponía en persona mayor aconsejándome que estudiara más y que no perdiera el tiempo en cosas de adultos.

Cuántas veces me habré enamorado perdidamente y cómo llegué a estar tan solo, con una familia llena de gente que son hijos, sobrinos, ex mujeres. ¿Es que nadie sirve o seré yo?

Anónimo dijo...

Quise hacerme no sé qué (amiga, novia, esposa) de un niño de mi edad que vino un día a mi casa y fue la primera vez que veía que alguien orinaba sin sentarse. Quería estar más con él para que me enseñara ese extraño arte que por algún motivo a mí no me salía.

Anónimo dijo...

Cuando una está enamorada pierde todas las referencias. Se desorienta. Además sabe, se da cuenta, de que está mal, que está alterada, debilitada, sin ningún interés por salir de este estado de catástrofe intelectual. El instinto de conservación parece arrugarse.

En la práctica uno sólo debería enamorarse cuando no tiene nada para perder, esto es, cuando aún cuenta con la protección de los padres, cuando aún no ha tenido que tomar responsabilidades materiales.

La ceguera que produce estar enamorada es incompatible con tener que hacerse cargo de otras personas (abuelos, hijos, padres). Lo que a una edad es hermosísimo, a otra edad y en diferentes circunstancias puede ser tan trágico como un embarazo no deseado.

Anónimo dijo...

Metafóricamente se puede decir que "fulanito me robó el corazón" y tengo la impresión que estos desplazamientos de un significado no se desvinculan totalmente del sentido literal. Siendo que el corazón es un órgano tan importante, es probable que -como dice el licenciado- uno sienta miedo porque supone que así como le robó lo más importante que tiene (el corazón), también puede seguir robándole más cosas.

La timidez es un sentimiento bien complejo aunque a veces parece muy sencillo porque se ve mucho en los niños.

Anónimo dijo...

Me parece ingeioso de parte del licenciado que haya puesto en boca de un niño las vicisitudes que padecemos los adultos, porque en esto funcionamos como pequeños.

Anónimo dijo...

Anoche leí este post. Me quedé pensando. Luego le hice algunos comentarios a Mónica (mi perrita de mirada interrogante y de oído psicoanalítico). Me fui a dormir algo inquieto. Al despertarme vengo y digo: ¿Cuántas veces me desautorizo? Estimo que 9 de cada 10 propuestas que no hago, 4 podrían haber tenido éxito. Estoy durmiendo con el enemigo ... que soy yo mismo, por supuesto. Como todo el mundo.

Anónimo dijo...

Mi gran amor cuando tenía 10 años se llamaba Ivonne y soñaba con una vida juntos, donde yo tuviera el derecho de acariciarla, mirarla sin limitaciones, besarle la nuca, y me emocionaba mucho pensar que ella pudiera apoyar su mano sobre mi pierna como diciendo "estoy discretamente conforme contigo".

Claro que Ivonne nunca lo supo y a lo largo de más de 20 años seguí enterándome de su existencia, con mucho disimulo, preguntando por una cantidad de gente que no me importaba para nada, hasta que un día me dijeron que había muerto de cáncer.

Ahí me enteré de lo que es la viudez espiritual.

¿No habrá sido una estupidez no haberle dicho todo lo que sentía por ella? Me respondo de si.

Anónimo dijo...

Después de vivir años de dictadura materna, lo más preciado que tengo es mi libertad. Por suerte ella se murió y me liberó. No deja de ser vergonzante que mi libertad no haya sido algo conquistado por mí, pero los hechos son esos.

Ahora siento cosas nuevas en mí por una vecina que está casada, vive con el marido y sus dos hijos pero algo me dice que ella gusta de mí, o que quiere hacer algo contra el marido usándome, o asegurarse otro hombre porque el marido está demostrando que quiere a otra

Esto que ella me hace sentir para mí es amenazante. Una vez fui esclavo y tuve suerte. No quiero caer nuevamente porque quizá no vuelva a tener suerte.

Anónimo dijo...

Rúben, ese niño no está detrás de una cortina ¿cuánto apostais a que el chabal se esconde detrás de las faldas de su madre?
Cogiendo fuerte a su primer amor (mamá) comienza a mirar a las otras niñas.

Anónimo dijo...

Susanita siempre está dispuesta a decir que sí porque detrás de cada pantalón inventa un príncipe azul. El problema con Susanita es que después se vuelve difícil de llevar. No es cuestión de meterla para la casa o sentarla en el auto. Susanita ya no tiene su rol tan claro. ¡Eso lo complica todo!

Anónimo dijo...

¡Vamos Licenciado! No transmita pensamientos negativos. Tampoco se ponga tan seductor con esa humildad que es pura coquetería. Si ud. se beneficia, seguro que Susanita también.

Anónimo dijo...

No le quepa la menor duda. Ya su nombre da para dudar: Susana y para peor en diminutivo. Yo no me fiaría. Ni la rendija le abro.
Además estas son de las que roban por derecha y después andá a reclamarle a Magoya (nunca supe quién es Magoya, pero se entiende ¿no?)

Anónimo dijo...

Lic. Mieres, nadie parece percatarse pero yo sí lo veo y lo valoro así que le digo lo agradecida que estoy por la confianza que manifiesta en todos nosotros al plantearnos un asunto tan personal.
Como mujer que soy le diría que se cuide. No vaya a pensar que nosotras lo queremos sin compromiso, en mi caso la opinión es totalmente desinteresada.
Ud. dijo una palabra clave "desparpajo" y le digo clave porque esa palabra nos caracteriza a la mayoría de las mujeres. No se extrañe si la tal Susanita, pasada la luna de miel (que escoba nueva barre mejor)termina tirándole objetos contundentes por la cabeza, sin calibrar el valor económico o sentimental del objeto en cuestión.

Anónimo dijo...

No entiendo eso de que no sé qué hacer. O te gusta la mina o no te gusta. Es tan sencillo como el fútbol, hay que meter la pelota en el arco contrario, no tiene más misterio.

Anónimo dijo...

Ramona, con todo respeto, tu inocentada me desestimula. Vos pensás que el Lic. va a colgar sus trapitos íntimos en el blog. Ay! Ramona, pensá un poquito y salí a vivir.