sábado, 26 de noviembre de 2011

Nuestra novela y nuestro protagonismo

Los humanos vivimos representando teatralmente al protagonista de una novela que hemos redactado con lo que imaginamos de la realidad.

Nuestra fantasía se encarga de redactar la novela (obra literaria) en la que actuamos como protagonista, paralelamente a que la realidad y la naturaleza nos imponen qué hacer y qué no hacer en cumplimiento de sus leyes ineludibles.

Los optimistas se imaginan la vida como una comedia (todo termina bien); los pesimistas se imaginan la vida como una tragedia (todo terminará mal); otros prefieren la novela negra (o policial), en la que predominan los delitos, las culpas, los juicios, las condenas, los castigos.

Esa novela compensa la falta de información sobre qué será de nosotros, con un guión imaginado, ideal.

Como son construcciones personales (que todos hacemos), su intención primordial es la de apaciguar las molestias de la incertidumbre así como también quitarle un poco de malestar a la vida real que de por sí suele ser bastante incómoda.

Por esta particularidad de imaginarnos lo que ocurre y lo que ocurrirá, es que a veces se nos va la mano e imaginamos que podemos llegar a tener placeres tan maravillosos, explosivos y sobrenaturales, al extremo de ser autodestructivos.

En estos pasajes tan excitantes de nuestra novela personal, intercalamos la creencia de que realmente puede ocurrirnos el sentir una felicidad de tal magnitud que se convierta en mortífera.

Dentro de la misma novela construimos formas de limitar esos placeres terminales. Por eso creemos conveniente dar un giro al guión para que el protagonista que imaginamos (nosotros mismos) tome precauciones para evitar ese placer ideal, el goce, la felicidad.

Por lo tanto, en ese guión que construimos para compensar la angustiante incertidumbre sobre qué será de nosotros, representamos con apasionante realismo a un personaje que sufre por temor a morir de placer.


Nota: La imagen corresponde al final del film El show de Truman, cuando el protagonista se da cuenta que estuvo viviendo una película sin saberlo.

●●●

10 comentarios:

Mariana dijo...

De acuerdo a como está mi humor juzgo a las personas y a las situaciones. Darme cuenta de eso me genera mucha incertidumbre, me hace dudar demasiado, me dificulta la toma de decisiones.

Yoel dijo...

Entiendo el miedo a la libertad, pero el miedo a la felicidad me resulta mucho más difícil de entender.

Valentina dijo...

El placer nos atemoriza y nos atrae.

Osvaldo dijo...

No nos permitimos la felicidad cuando creemos no merecerla.

Ingrid dijo...

Es imposible no "escribir la novela" porque necesitamos armar ese relato para darle coherencia a la realidad. La única posibilidad es vivir en ese mundo aparente que nos hemos creado. Pero dado que la realidad se nos escapa, guardemos para nuestro guión, el beneficio de la duda.

Rosana dijo...

La realidad es variada, múltiple, inabarcable, atemorizante.

Lautaro dijo...

Los hombres leen novela negra, pero las que realmente la viven más, son las mujeres.

Alicia dijo...

Construyendo la novela, nos construímos a nosotros mismos.

López dijo...

De acuerdo a su planteo todos tenemos fantasía.
Qué bueno.

Lucas dijo...

Yo soy tan humilde, que en mi novela trabajo de extra.