lunes, 14 de noviembre de 2011

Lo que otros afirman que me conviene

Puede ocurrirnos que algo indiferente se convierta en importantísimo por la opinión de terceras personas que influyen sobre nuestra capacidad crítica.

En Uruguay tenemos un conjunto musical que se llama «No te va a gustar» (1).

Según mi encuesta personal, ese nombre provoca una publicidad por la contraria pues apela al espíritu de contradicción que tenemos los latinos en general y los hispanos en particular.

Si ellos mismos dicen «No te va a gustar», algo dentro de nosotros querrá preguntar:

— ¿Y quiénes son ustedes para decir qué habrá de gustarme? Pues para demostrarles que se equivocan, entonces compraré todas las grabaciones y no me perderé un solo concierto.

Eso es lo que aparentemente ocurre porque desde hace años gozan de un éxito fenomenal.

Sin embargo, la incapacidad de cualquier idioma para ser conciso hace que ese mismo nombre del conjunto musical también aluda a otro significado.

Efectivamente, el poder de sugestión que tienen algunas afirmaciones que nos llegan puede ser determinante, y si una madre se alarma porque la hijita es abrazada con especial ternura por un adulto, es probable que esa alarma se constituya en el núcleo de alguna dificultad futura.

Los niños suelen tolerar miles de situaciones que no entienden, les resbalan, las olvidan, hacen como que nunca ocurrieron, pero si una madre le grita a la niña como si la viera jugando al borde de un precipicio:

— ¡Ven para acá inmediatamente!—, aquel abrazo se convierte en algo que la madre decretó como «No te va a gustar» y efectivamente así suele ocurrir.

La niña, que no entiende qué pasó pero que por la reacción de la madre (maestro, sacerdote, médico, o quien fuere) intuye que fue algo gravísimo, podrá quedarse con la idea de que alguna vez quisieron violarla, cosa que muchas adultas afirman con total convicción.

(1) Este conjunto musical se denomina «No te va gustar» (NTVG), porque fonéticamente solemos no pronunciar la doble ‘a’.

●●●

6 comentarios:

Natalia dijo...

No me parece que el éxito de un grupo esté determinado por su nombre.

Florencia dijo...

Es un ejemplo Nati; no quiere decir que sea el único determinante.

Ingrid dijo...

Me parece muy importante el tema de este artículo. Cuando se hacen escuelas de padres, esto siempre debería analizarse. Y ahora que en nuestro país (Uruguay) un canal de tv está haciendo una campaña publicitaria a favor de los valores, esto es algo a rescatar. Así se forma la escala de valores de una persona. Si los padres se horrorizan porque un niño de tres años se pasea desnudo por la casa, aprenderá que su cuerpo debe ocultarse (posiblemente porque tenga algo malo o vergonzoso), pero si simplemente se le dice que vaya a vestirse, con naturalidad, se le estará enseñando como debe manejarse socialmente.
Es como dice la campaña a la que aludía anteriormente: los niños observan nuestra reacciones y así es como aprenden.

Gabriela dijo...

Yo iba a un colegio de curas. Recuerdo que una vez, en un campamento me aparté del grupo con mi novio. Los hermanos que tenían la responsabilidad de cuidarnos, salieron (dos de ellos) a recorrer el monte, así como por casualidad. Pasaron a prudente distancia de donde estábamos nosotros -que sólo nos besábamos- y siguieron camino, sin hacernos ningún tipo de comentario.

Anónimo dijo...

Una vez recibí en la consulta a una madre que estaba muy angustiada porque su hijita de 5 años estimulaba su clítoris, moviéndose en el posabrazos de un asiento. Me decía que ella le decía que eso no se hacía, que era una chanchada, y al otro día la nena estaba haciendo lo mismo. Le expliqué que la niña simplemente había descubierto una zona erógena de su cuerpo y estaba disfrutándola, pero que si lo único que hacía en todo el día era permanecer sobre el posabrazos del asiento, podíamos volver a abordar ese tema. La mamá me aclaró que esa conducta duraba sólo unos minutos, y luego la niña se distraía con otra cosa. Y terminamos riéndonos mucho las dos.

Jorge dijo...

A veces los padres, por sus propios conflictos no resueltos, ven en sus hijos sentimientos que en realidad están sólo en ellos.