miércoles, 16 de noviembre de 2011

Metáfora de un tratamiento psicoanalítico

Imaginemos un preso internado en una cárcel de un país donde no conoce ni el idioma ni la cultura.

Alguna vez ocurrió, como en una pesadilla, que él circulaba por la calle cuando repentinamente sintió unas sirenas que se acercaban cada vez más. Pensó que se trataría de un incendio en un edificio cercano, o de ambulancias que concurrían a atender enfermos, o patrulleros que perseguían a delincuentes.

Quedó paralizado cuando esos patrulleros se dirigieron directamente hacia él, lo rodearon decenas de policías gritándole cosas incomprensibles, le juntaron las manos en la espalda, lo esposaron, lo levantaron en el aire y lo introdujeron en uno de los vehículos para llevárselo a esa cárcel que mencioné al principio.

Supuestamente le habrán dicho de qué se lo acusaba, transcurrió toda una escena parecida a un juicio, pero no pudo entender.

Una vez quiso fugarse, pero lo apresaron, lo maltrataron, le gritaron y algo le hizo pensar que su condena ahora sería mayor.

Pasaron diez, quince, veinte años, intentó fugarse nuevamente y volvieron a apresarlo.

La situación fue aún peor al intento de fuga anterior. Se resignó a pensar que así moriría.

Sin embargo, en cierta ocasión, algo estaba cambiando. Los guardianes le sonreían, ya no le pasaron cerrojo a su celda, le traían comida más sabrosa, o por lo menos eso le pareció a él.

Con cierto temor intento salir de la cárcel y nadie se opuso. Llegó a la calle, la gente hacía la vida de cualquier pueblo, comenzó a caminar, logró llegar a su país y allá lo recibieron como si nunca se hubiera ido.

Algunos padecimientos psicológicos (ansiedad, enfermedades psicosomáticas, pánico, impotencia, histeria, fobia, obsesión) nos quitan calidad de vida (encarcelan), cuando queremos eliminarlos con medicamentos (intentos de fuga) la situación empeora, pero un tratamiento psicoanalítico lentamente lo desvanece.

Artículo vinculado:

Las revueltas psicoanalíticas
Lo que otros afirman que me conviene

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12 comentarios:

Teresita dijo...

No sé si estoy del todo de acuerdo respecto a lo que ud plantea de la medicación.

Oliverio dijo...

Siguiendo con el tema de la medicación, lo cierto es que se sabe poco de sus efectos secundarios a largo plazo, y de cómo actúan realmente. La prueba está en que medicamentos que fueron diseñados para combatir una dolencia, luego se descubre que son más efectivos para otra.

Margarita dijo...

No está bueno sufrir (y se puede argumentar que sufrir produce daños a nivel corporal, quizás más que la medicación -si es que los produce-).
El tema con las psicoterapias es que son lentas, y hay cosas que necesitamos solucionarlas de forma urgente. La ansiedad y la angustia pueden disminuir rápidamente con la psicoterapia, pero no así una fobia, una enfermedad psicosomática (aunque todas lo son), el insomnio, etc.

Clarisa dijo...

Ir al psicólogo es para humildes y valientes. Una persona soberbia no va al psicólogo; pensará: "qué me van a decir que yo ya no sepa". Además hay que ser valiente en el sentido de estar dispuesto a revolver cosas dolorosas; y aunque la expectativa sea la de mejorar, siempre nos queda la duda: y si eso no sucede? Porque a veces uno sale mal del psicólogo, amargado, angustiado, deprimido. Claro, hay que enfrentar problemas que venimos arrastrando de muy atrás y es lógico que nos sintamos así.
Pero no es nada fácil tomar la decisión.

Lautaro dijo...

Lo que tiene el inconsciente es que no permite fugas.

Hugo dijo...

Todo es más sabroso cuando estamos bien.

Ingrid dijo...

Como ud decía en el otro artículo del día del hoy, el de "El dinero y la pobreza patológica". Parece que nuestra energía no alcanza para las exigencias que nos impone la vida. Y como ud planteaba eso puede ser para obligarnos a que nos movilicemos, porque la total comodidad nos llevaría a una inmovilidad pasmosa. Junto con eso, también puede pasar que la cárcel interna de los conflictos irresueltos, nos esté haciendo más pesada y difícil la vida.

Álicia dijo...

Sí, el inconsciente nos habla en otro idioma y no es nada fácil de descifrar. Por lo general nos habla a través del cuerpo o nos hace decir o hacer cosas que no queremos. Y ni que hablar de los sueños, cosas locas sin pies ni cabeza, a las que tratamos de darle cierta forma para poderlas contar.
Por lo esquivo del inconsciente, por sus múltiples disfraces y artimañas, es que por lo general necesitamos ayuda cuando se pone jorobón y nos arruina la vida.

Fulgencio dijo...

Algunos van a la cárcel nomás, sin metáfora de por medio.

Daniel dijo...

Si imagino a un preso en un país donde no conoce el idioma ni la cultura, pienso que lo menos que puede sucederle es que se burlen de él, lo tomen de punto, le tomen el pelo.
Eso es lo que nos hacen nuestras rejas del inconsciente. Se burlan de nuestros propósitos, de nuestros anhelos, nos hacen quedar mal frente a otros, y en definitiva, nos hacen sufrir.

Deep soul dijo...

Yo sufro de un dolor crónico desde hace par de años y me lo han diagnosticado como psicosomático después de numerosas pruebas (resonancia, radiografías, análisis, etc.) y he tomado todos los tipos de medicamentos que hay. Ahora estoy con Tryptizol 50mg, llevo tomándolo 2 semanas y noto la mejoría (aunque a veces me levante algo dolorido por par de contracturas que tengo), pero por lo demás bien. Así que estoy en contra de que lo de los medicamentos empeora la situación por una parte.

Por cierto excelente relato y metáfora, saludos!

Ronny A.Weter dijo...

Creo que serefiere a la medicación en problemas de tipo mental. Yo por experiencia personal puedo afirmar dos cosas: la medicación ayuda en muchos casos y la medicación no lo hace todo. Una fobia puede tratarse con ciertos ansiolíticos pero ¿eso destruirá el miedo ante el objeto de la fobia? Sabemos que no. La medicación puede ser incluso necesaria en algunos casos (psicosis por ejemplo) pero el trabajo terapéutico siempre será necesario, complementario y útil para la solución final y definitiva del problema.