martes, 15 de noviembre de 2011

Las revueltas psicoanalíticas

Un tratamiento psicoanalítico se parece a una revuelta porque trabaja para reinterpretar la historia personal desde hechos que pudieron interpretarse mejor.

A veces alguien nos llama la atención haciéndonos ver que estamos encandilados con lo urgente sin poder ver lo importante.

Es muy probable que no podamos hacer otra cosa. Evaluar alternativas, tomar decisiones y ganar dinero, son asuntos necesario y generalmente impostergables.

Los jóvenes, que por lógica podrían estar más desorientados que los viejos, cuando tienen que detenerse porque no saben hacia dónde ir, aplican la abundante energía y las explosiones hormonales para decidir actuando.

De estos momentos surgen las revoluciones, que como el vocablo lo indica, son actos generalmente violentos, que procuran modificar el itinerario que traían las costumbres.

De esos momentos de indecisión también surgen las revueltas, que son parecidas a las revoluciones pero más psicoanalíticas.

Imaginemos que la vida es un continuo avanzar como si se tratara de un tejido que vamos construyendo «punto a punto», es decir, «paso a paso».

Muchos de nuestros pasos (puntos del tejido) tenemos que darlos en la oscuridad de la ignorancia porque no tenemos ni experiencia ni información suficientes para aprovechar las mejores alternativas.

Sin embargo, a pesar de que pudimos tomar la opción más desventajosa, el tiempo no para, la vida tampoco y tenemos que seguir adelante: tejiendo «punto a punto».

Una revuelta y un psicoanálisis se parecen porque la primera ocurre cuando un grupo de personas se da cuenta que las equivocaciones actuales comenzaron en cierto hecho que ya es historia. Con la revuelta procuran volver a aquel punto y «retejer», recomenzar, reconstruir.

El psicoanálisis hace lo mismo con la historia personal: desteje hasta el punto mal tejido y reteje correctamente.

En ambos casos, siempre está presente el método universal, eterno, insuperable: el de «ensayo y error».

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13 comentarios:

Ingrid dijo...

Creo que ir decidiendo mientras se actúa, puede ser una buena opción (quizás la única posible). Tenemos que evitar quedar congelados, sin ir para adelante ni para atrás, porque el tiempo transcurre y las cosas siguen sucediendo.

Hugo dijo...

En general las equivocaciones actuales tienen su historia, y la historia no puede dejarse atrás así como así. La historia, nuestra historia y la historia de la sociedad en la que nos tocó vivir, sigue actuando sobre nosotros, sobre nuestro presente.
Como dice Mieres, hay que mirar atrás -aunque duela-. Esperar a estar preparados, y mirar para atrás.

Margarita dijo...

Destejer da pereza. Y nos da pereza porque tenemos la ilusión de que lo hecho, hecho está y que ya podemos pasar a otra cosa. Pero si queremos hacer las cosas bien... a veces es necesario deshacer parte de lo andado.
Después es muy posible que avancemos mucho más rápidamente.

Norton dijo...

Hay que tener punto a punto. No se pueden saltear etapas. No conviene.

Laura dijo...

Es doloroso aprender de los errores, pero inevitable. Lo que sucede muchas veces es que no reconocemos nuestros errores y nos perdemos la posibilidad de aprender.

Canducha dijo...

Yo no te tejo en la oscuridad ni para ahorrar luz.

Luis dijo...

En general no queda otro remedio, Canducha.

Oriente dijo...

Ojalá la vida fuera un contínuo avanzar! Podemos imaginarlo... pero lamentablemente no es cierto.

Evangelina dijo...

El Señor me orienta.
Él me indica el camino.

Filisbino dijo...

Si hay algo que no podemos dejar de hacer es tomar decisiones. No son decisiones libres, están multideterminadas, pero el hecho es que las tomamos, y con ellas se configurando nuestra vida.

Nazareno dijo...

Lo urgente, como conseguir los medios para sobrevivir, podría ir mucho mejor si nos tomáramos una pequeña parte de nuestro tiempo en tratar lo importante.
Quizás el psicoanálisis sea el mejor de los caminos que hemos inventado hasta ahora, pero podemos también usar la reflexión, y la comunicación profunda con otras personas.

Lorenzo dijo...

Estamos tan encandilados con lo urgente... lo urgente nos cansa tanto y ocupa tanto espacio en nuestra mente, que cuando tenemos un espacio "libre", lo usamos para quedar en blanco. No nos queda energía para problematizar lo que estmos haciendo en nuestra vida cotidiana.

Adrián dijo...

Estoy de acuerdo con Lorenzo, aunque pienso que hay salidas. Podemos crearnos determinados hábitos; desde leer a encontrarnos con amigos a tomar algo una vez por semana y conversar de lo que verdaderamente nos importa.