jueves, 3 de noviembre de 2011

Las protestas imaginarias

Las personas quejosas suponen que las molestias propias de la vida le ocurren por descuido, impericia o irresponsabilidad de algún personaje imaginario.

Los psicóticos hablan solos, pero como también lo hacemos los que aún no fuimos diagnosticados, entonces eso no constituye una característica importante.

Sin embargo, la creencia en que sólo algunos enfermos tienen esa costumbre inhibía a muchas personas deseosas de mantener una discusión en voz alta con alguien ausente, mientras caminaba por la calle, viajaba en ómnibus o estaba en el cine.

El teléfono celular llegó para liberarnos. Ahora podemos hablar, discutir, preguntar y contestarnos libremente si hacemos como que hablamos con alguien lejano.

Es maravilloso cómo el lenguaje nos produce un efecto ordenador de nuestras ideas y emociones. Para usarlo con ese fin, algunos piensan como si hablaran sin audio, otros hablan directamente (solos o acompañados), otros leen para sí mismos aunque moviendo inconscientemente el aparato fonador (laringe, mandíbula, lengua), otros leen con un leve susurro, algunos rezan y otros escriben.

Estos fenómenos nos permiten suponer que el pensamiento se tranquiliza, genera menos angustia, cuando está sometido a las normas gramaticales.

El motivo central de este artículo refiere a las personas que se quejan («me duele acá», «¡qué calor!», «esto va de mal en peor»).

Estos casos, abundantes y muy populares, ocurren por el motivo antes indicados (la simple pronunciación lingüística con su efecto inmediato) y también porque en la fantasía del quejoso ese malestar está provocado por «alguien» muy poderoso, que aplica cierta lógica con algún criterio justiciero, por puro capricho malintencionado, que está encargado de organizarnos las circunstancias en las que vivimos y todo eso lo hace mal.

Ese personaje responsable de todo, no debería permitir que nos duela acá, debería regular mejor el aire acondicionado planetario y traernos el paraíso a la Tierra.

Artículos vinculados:

Confusión entre «causa» y «culpa»

Los dolores triplicados

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9 comentarios:

Paty dijo...

Ahora pienso que no está tan mal quejarse.

Anónimo dijo...

Porqué la naturaleza no es perfecta?
Por qué! Por qué! Por queeeeeeé!!!

J.J. dijo...

Como dice la canción: "no siempre existe una razón, no pienses demás"

Mariana dijo...

El lo que dice mi psicoanalista, que ponga en palabras, que así voy a ir ordenando mi pensamiento.
Qué va! No puedo ni ordenar el placar!

Mercedes dijo...

Algunos llegan a su casa y preguntan parados en el medio del comedor: "qué hay para comer". Y se supone que debe existir un ente servicial que inmediatamente corra con una bandeja humeante y la apoye sobre la mesa.

Lucho dijo...

Y los encargados suponen que las impericias son siempre responsabilidad del personal que tienen a cargo.

Norton dijo...

A los lectores susurrantes no los dejan entrar en las bibliotecas.

Yoel dijo...

Está bueno practicar las discusiones haciendo que uno habla por teléfono; el problema está en que nunca te dicen lo que vos te habías imaginado.

Tania dijo...

Yo me imagino las charlas, pero no llego a hablar en voz alta. Igual me sonrío como una boba y es un quemo.