jueves, 17 de noviembre de 2011

La mecánica de la psiquis

Si queremos aumentar una in-tensión humana (deseo, anhelo), no tenemos más que reprimirla para que su fuerza se multiplique.

Cuando los humanos observamos nuestro entorno, poseídos por esa angustia natural que nos genera sabernos vulnerables, recurrimos a formas de pensar que podemos clasificar en categorías: química, biología, geografía, meteorología, física y muchas más.

Dentro de la física, estudiamos las fuerzas gravitatorias, centrífuga, centrípeta, inercia, y también estudiamos cómo usarlas mediante palancas, poleas, rampas.

Contener una fuerza para liberarla repentinamente es un recurso de la mecánica: un resorte contenido, aire comprimido, una catapulta, una represa hidroeléctrica, son formas de aprovechar fenómenos mecánicos disponibles en la naturaleza o «perfeccionados» por los humanos (que también somos parte de la naturaleza).

En suma 1: La contención de una energía, permite aumentar su fuerza, intensidad, dinamismo.

Las leyes de la naturaleza se aplican también a los fenómenos menos tangibles, tales como las necesidades y los deseos.

Cuando una in-tensión (anhelo) es reprimida (contenida), su intensidad aumenta y la psiquis debería incrementar su esfuerzo si necesitara evitar la satisfacción.

En la vida social, existen prohibiciones que no hacen otra cosa que aumentar la presión del deseo reprimido.

En suma 2: Así como en mecánica comprimimos deliberadamente un resorte para que al soltarlo descargue su máxima fuerza, en la vida social esto ocurre de forma parecida pero con la notable diferencia que la mayoría de las veces no sabemos que estamos generando las consecuencias menos deseadas.

Por ejemplo, si no queremos que algunos ciudadanos roben, la represión de esa in-tención (robar) no hace más que predisponer las condiciones para que ocurra con mayor frecuencia y hasta con mayor peligrosidad en sus efectos colaterales, es decir, lo que podría haber sido un arrebato puede convertirse en una rapiña porque el exceso de represión aumentó la violencia.

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10 comentarios:

Ma. Eugenia dijo...

Y cuando no queda otra que reprimir, qué hacemos?

Lola dijo...

A mí me gusta que me roben... el corazón.

Graciana dijo...

Cualquier idea, deseo, sentimiento, que pasa a traducirse en actos, revela una tensión interior. Una in-tensión, como ud dice. Si no se produce una tensión interior que nos catapulte, nos quedamos en la cama. (sin hacer nada, me refiero)

Oliverio dijo...

Lo que yo no quiero -por favor!- es que mi vida sea una caja de sorpresas. Que de pronto aparezcan facturas atrasadas, novias del pasado, hijos buscando sus raíces, herencias infaustas, mujeres menstruales. No. Basta.

Chapita dijo...

Aumentar los anhelos produce anhelación: nunca se hiela la acción que anhelas.

Y también puede producir alienación, pero eso es muy feo.

Jacinto dijo...

Cuando los humanos observamos nuestro entorno poseídos, no podemos concentrarnos en ninguna otra cosa que la posesión.

Dalmiro dijo...

Mire, ni me hable de las rampas, con lo empinadas que las hacen. En el barrio me llaman Popeye.

Adrián dijo...

En esta vida no está demás tener quien te palanquee. Pero no tanto que como para que te vuelva un inútil y desabrido panqueque.

Marcia dijo...

Yo pienso desde la meteorología: alerta roja hasta que termino de despertarme a las diez.

Hugo dijo...

Qué parte de la naturaleza somos? La cabeza del ratón o la cola del león?