lunes, 28 de noviembre de 2011

Faenamos por amor o rencor

Existe una llamativa coincidencia: faenamos y comemos animales herbívoros (vegetarianos) y son animales carnívoros los que mimamos como mascotas.

Casi todas las ideas psicoanalíticas que pasan por mi cabeza van dirigidas a cumplir algún fin práctico, excepto esta que habré de comentaros. Aunque con buena voluntad de vuestra parte puede tener algo de divertida y esa característica no es menor.

Si observamos la vida cotidiana constatamos que nos alimentamos con carne proveniente de la faena de animales herbívoros (vacas, corderos, lechones, aves), mientras que las mascotas que nos acompañan con igual o superior nivel de aceptación que los semejantes, son carnívoras (perros y gatos).

Nuestro inconsciente tiene algunos funcionamientos extraños respecto a la antropofagia.

Nos parece horrorosa pero aplaudimos la gesta de quienes sobrevivieron a la Tragedia de los Andes (1972). No solamente no hubo un escándalo cuando se supo que los muchachos habían comido el cuerpo de los fallecidos sino que continúan aún hoy (2011) dando conferencias y vendiendo libros. (1)

También constatamos que algunas abuelas y tías expresan mejor su amor cuando dicen «¡El nene es divino, me lo comería!»

En suma 1: Tenemos ante la antropofagia un sentimiento ambivalente, dual, incoherente: La aceptamos y la rechazamos, con énfasis.

Por lo tanto, puedo sugerir las siguientes dos hipótesis (inútiles aunque innecesarias):

1) Matamos y nos comemos a los animales que menos nos aprecian porque no nos comerían (herbívoros: vacas, corderos, pollos), mientras que recibimos con todos los honores (mascotas) a los que serían capaces de aceptarnos al extremo de comernos (como una tía o como un caníbal) (carnívoros: perros y gatos).

2) (Sentimiento opuesto): Amamos tanto a los animales que NO nos comerían (vacas, etc.), que los devoramos. Por el contrario, sometemos a nuestra subordinación para mantenerlos a raya a los peligrosos carnívoros (Síndrome de Estocolmo) (2).

(1) El ser humano es omnívoro
(2) El síndrome de Estocolmo

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11 comentarios:

Leticia dijo...

No sé, en mi familia siempre tuvimos perros omnívoros.

Roque dijo...

Con lo de la Tragedia de los Andes, en un primer momento hubo escándalo, como no. Fíjese los diarios de la época.

Mariana dijo...

Lo que dice Roque es cierto, pero por suerte hace tiempo que todo eso se "digirió" y ahora están haciendo una campaña a favor de la donación de órganos, inspirados en la filosofía que usaron en los Andes.

la gordis dijo...

Mientras alimentarse y nutrirse son símbolos y metáforas, tenemos muchísimos más los alimentos a disposición!

Graciana dijo...

Me encantan las hipótesis inútiles aunque innecesarias!!

Lucas dijo...

Nos comemos a los animales que menos nos aprecian, cuando tienen buena carne.

Rulo dijo...

En la India, las vacas los tienen subordinados a todos.

Selva dijo...

Ante todo tenemos sentimientos ambivalentes, ante todo...

Paty dijo...

No sé si mi gato es carnívoro o herbíboro; toda la vida le di pastillitas.

Leandro dijo...

La aceptación que me tiene mi perro, nunca sería capaz de tenerla mujer alguna.

Cacho dijo...

Mi perro se llama Nelson, igual que mi tío, porque el tipo es de una lealtad!