domingo, 27 de noviembre de 2011

La geisha occidental

— No sé, mirá, yo no me arrepiento de nada e insisto que tu madre está equivocada. Ella tuvo las mismas opciones que yo pero eligió otro camino.

— ¿Cuánto hace que no se hablan?

— ¡Qué sé yo! Diez o doce años, quizá.

— Ella dice que no comparte tu filosofía de vida. Ha llegado a decir que eres la vergüenza de la familia.

— Sí, me lo han contado, pero bueno, si naciera de nuevo haría otra vez lo mismo, ¿qué querés que te diga?

— Nunca hemos hablado sobre cuál es «tu filosofía de vida».

— Es muy sencilla. Tu abuela quería que las dos fuéramos niñas modelo, educadas, estudiosas, que nos casáramos para tener hijos y hacer de nuestros hogares un santuario para nuestros maridos, pero a mí los niños me molestan como a tantas mujeres. Si vamos al caso tampoco me gustan mucho los hombres, pero de algo hay que vivir.

— ¿Quieres decir que el vínculos con los hombres es un trabajo?

— ¡Por supuesto! Ellos son más hábiles que nosotras para ganar dinero y como nunca abandonan por completo su niño interior, pagan lo que sea por la atención de mujeres que les hagan creer que son maravillosos.

— ¡Qué cosas dices, tía!

— Es la verdad. Ellos desean tener una familia para reproducir el hogar de su infancia pero los que ganan más dinero no pueden privarse de una amante y pagan lo que sea por mantenerla.

— Ahora entiendo la furia de mi madre hacia tí.

— Vos sos muy joven. Tenés la edad que tenía yo cuando me fui de casa con un judío treinta años mayor que yo pero con una fortuna incalculable.

— ¿Te gustan los mayorcitos?

— No es que me gusten, me sirven. Los judíos son genios haciendo dinero, adoran sentirse culpables e idolatran a una madre sufriente. Teniendo una amante ya tienen la cuota de culpa que necesitan y para que supongan que la amante es una mártir como la madre, tenés que administrar el sexo anal.

— ¿CÓOOMO?

— Claro, tenés que hacerles creer que sólo a ellos se lo permitís, que te duele mucho pero que gozas viéndolos disfrutar. Luego simulás dificultades para sentarte y creerán que su pene es enorme.

— Sigo entendiendo las críticas de mamá.

— No, no las entendés. Si hace años que no me habla es porque su única hija pasa más tiempo conmigo que con ella.

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13 comentarios:

Santino dijo...

Ese final es cruel!

Ma. Eugenia dijo...

Y ud. con cuál de las dos hermanas está de acuerdo?

Rosana dijo...

La tía esa me parece un ser despreciable. Una persona que establece vínculos utilitarios. Una cínica.

Estela dijo...

Pobre mujer! No fue capaz de disfrutar la maternidad, ni la posibilidad de amar y ser amada. Se cree viva porque es una mantenida. Eso no la hace sentir frustrada?

Hugo dijo...

El vínculo con las mujeres es un trabajo.

Lucía dijo...

También sucede que algunos hombres le hacen creer a sus amantes que son unos mártires de su esposa y que se deben a sus hijos.

Roque dijo...

Esa mujer es una resentida. Probablemente no haya tenido suerte con los hombres, ni haya podido realizarse como persona.

Morgana dijo...

Algunos amantes desearían que su ser amado pasara más tiempo con ellos que con su cónyuge.

Mateo dijo...

Ella piensa que los hombres somos estúpidos.

Laura dijo...

Es difícil aceptar que nuestros hijos no compartan nuestra filosofía de vida.

Anónimo dijo...

Ta difícil para que ese personaje se gane la simpatía del lector.

Evangelina dijo...

No compartir una misma filosofía de vida, es algo que no debería separar a los hermanos.

Anónimo dijo...

qué pena, pareciera que todos los que comentaron, o la mayoría viven en un mundo idealizado y fantástico donde no impera la fría, severa y obscura realidad de la naturaleza humana que no es otra mas que la misma naturaleza animal solo que consciente.

ni siquiera es necesario pasar uno mismo por miles de desgracias para caer en cuenta que el mundo es muy, MUY diferente a lo que nos pintan.
solo se necesita abrir un poquito los ojos para en realidad ver y aprender.