lunes, 21 de febrero de 2011

La malicia es la sal de la vida

El humor nos permite disfrutar poniendo en juego nuestra envidia, malicia y/o soberbia.

Retomo un chiste que les informara en otro artículo (1).

«El humorista uruguayo Juan Verdaguer (1915 - 2001), era apreciado por su estilo indirecto, eludiendo el chiste que incluyera vocabulario incorrecto.

Decía por ejemplo: «A mi mujer nunca le dije que era una tonta (silencio teatral) ... no me habría comprendido».»

El primer libro de Freud que leí, lo leí por error.

Tenía doce años y en la búsqueda de algo que me quitara el aburrimiento, tomé prestado de una biblioteca el libro titulado El chiste y su relación con lo inconsciente.

Entonces me enteré que Freud no me hace gracia pero que, al darme algunas explicaciones aceptables sobre cómo funciona nuestro pensamiento, podría ser aún más efectivo dándome ideas para no aburrirme, cosa que finalmente ocurrió.

El chiste de Juan Verdaguer es gracioso porque pone a trabajar nuestra mente de una cierta manera:

1º) Cuando oímos que él nunca trató de tonta a su esposa, inevitablemente pensamos que está dando un ejemplo del respeto y consideración que tiene hacia ella.

2º) El silencio teatral, es utilizado para que nuestro cerebro termine de instalar la idea anterior (respeto, consideración);

3º) El final nos sorprende: La esposa no merece el respeto que imaginamos sino que efectivamente es tonta ... más tonta que yo mismo!!

La diversión del chiste surge porque deseamos gozar y con esta mini-historia disfrutamos sintiéndonos más inteligentes que la criticada esposa del humorista.

El fenómeno humorístico tuvo dos etapas:

— primero sentimos un poquito de envidia de alguien que merece tanto respeto y consideración,

— pero luego nos alegra (risa) descubrir —gracias a nuestra rapidez mental—, que no hay motivo para envidiar sino que el humorista nos permite saber que somos más inteligentes que su esposa.

(1) La mayoría bipolar

●●●

9 comentarios:

Carolina dijo...

Ya a los doce, usted era muy inteligente.

Sultán dijo...

Sólo los humanos son capaces de hacer chistes! Qué vida de perros!

Ma. Eugenia dijo...

Por qué será que las palabrotas, por si solas pueden causar risa?

Evaristo dijo...

Interesante la pregunta de M. Eugenia. Pienso que en esos casos la risa puede ser una risa liberadora.

Morgana dijo...

No le haga propaganda a la sal. Sólo con nombrarla ya sube la presión.

Marta dijo...

Por lo que ud nos plantea, veo que los chistes alivian nuestra envidia. También pienso que alivian el miedo y la inseguridad que nos provocan otros grupos humanos distintos al nuestro (chistes de gallegos, negros, judíos).

Yoel dijo...

El rey era tan soberbio que ni siquiera le hacían gracia sus propios chistes.

Norton dijo...

Las bromas nos causan gracia porque nos alivian cuando descubrimos que el problema planteado, no era un problema real.
Ej:
- Hija, estás más gordita.
- Es que estoy embarazada, mamá.
(cara de horror de la madre)
- No ma, era una broma.
Ej de la misma situación, pero en este caso entre padre e hija:
- Me parece que estás engordando
- Papá, la verdad es que estoy embarazada.
(el padre empieza a gritar)
- No papá! era una broma!
- Con esas cosas no se bromea! Plaf!

Cuando la situación fictisia se vuelve demasiado dramática, a criterio de la víctima, los resultados pueden virar de la risa a la violencia.

Mabelio dijo...

Otra manera de hacer humor es jugando con el absurdo, las situaciones disparatadas, las exageraciones, como lo hacía Juceca. De pronto en estos casos, lo que nos causa alegría es saber que nosotros no somos tan locos como los personajes del cuento.