jueves, 10 de febrero de 2011

Este lunarcito que tengo acá

La salud perfecta no existe. La medicina no puede hacer mucho con mínimos indicios. La obsesión es una patología.

Para cualquier ser humano, es más difícil «encontrar una aguja en un pajar» que «encontrar un clavo en un pajar».

Esta aseveración quizá no necesite muchas aclaraciones: entendiendo que un clavo es un objeto más grande que una aguja, su propio tamaño facilitará la tarea de hallarlo.

Agrego otra premisa redundante: los médicos son seres humanos.

El motivo de este artículo es comentar una situación que se nos presenta como problemática, capaz de ponernos en duda y —por todo esto— capaz de angustiarnos, aumentar nuestro estrés y quitarnos calidad de vida.

La medicina recomienda a todos quienes quieran escucharla, que lo mejor es acudir al médico ante cualquier malestar que nos llame la atención o ante la aparición de algún signo corporal nuevo.

Ese mensaje genérico que emite la medicina preventiva, lo interpretamos de diferente manera: algunos se olvidarán de él y otros lo tomarán como su principal misión en la vida. Entre medio de ambos extremos, se ubicarán todos los matices posibles.

Al retomar las premisas iniciales que refieren a que los seres humanos percibimos mejor las señales fuertes que la señales débiles, podemos avanzar hasta la hipótesis de que, cuando consultamos a nuestro congénere médico proporcionándole una señal muy débil, lo estamos obligando a realizar un gran esfuerzo para encontrar su causa y aventurar algún diagnóstico.

De más está decir que ese mayor trabajo para él, nos impondrá exponer a nuestro cuerpo a más cantidad de invasiones prospectivas (pinchazos, punciones, imagenología) y a más gastos monetarios.

El perfeccionismo aplicado a la salud puede salvar algunas vidas, pero habría que considerar que ningún ser vivo es idealmente perfecto y que la obsesión no deja de ser una patología del pensamiento.

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10 comentarios:

Maruja dijo...

Me gustan las enfermedades porque me dan tema de conversación y las personas fingen interesarse en lo que les digo.

Yoel dijo...

Es más fácil encontrar la viga en el pajar ajeno que en el propio.
Era así?

Lucrecia dijo...

A la medicina preventiva hay que tomarla con pinzas.

Luján dijo...

Yo siempre le digo a mi tía que de tanto cuidarse la vida, se olvida de vivir.

Lola dijo...

A los hombres hay que darles señales fuertes. Entre lo poco perceptivos que son, y lo inseguros, al final se te quedan esperando a que vos hagas algo.

Ignacio dijo...

Si los médicos generales se equivocan en los diagnósticos, mucho más lo hacen los especialistas. Ni hablemos los psiquiatras.
Por eso, antes de darse por loco, conviene que le pregunte a los amigos y vea que cara ponen. Ellos tienen menos chance de equivocarse. Pero no olvide observar la reacción ante la pregunta. Decirte, te van a decir lo que puedan para salir del paso.

Alejandra dijo...

Cuando pienso en todo lo que me podría comprar con la plata del chequeo, desisto.

Norton dijo...

Cumplo a la perfección con todos los preceptos de la medicina preventiva, pero sin obsesionarme. Dejo todo en manos de mi secretaria.

Lidia dijo...

Para sacarse la angustia hay que consultar con el médico. De pronto una se preocupa y no tiene nada.
Si te manda muchos exámenes puede servirte. Cambiás la angustia por bronca, a la primer cola que tenés que hacer.

Fulgencio dijo...

Siempre que busque un clavo en un pajar, ojo! Intentarán despistarlo. Usted buscará entre la paja, y el clavo estará clavado en el techo, de seguro.