miércoles, 16 de febrero de 2011

El dolor vital

Nuestro instinto de conservación, la cultura y las religiones se ponen de acuerdo para restringir nuestra libertad y goce.

El instinto de conservación nos dice a todos los seres vivos: «No pongas en peligro tu vida»; «no tomes riesgos excesivos»; «cuídate».

La cultura nos dice: «No des rienda suelta a tus deseos»; «si intentas satisfacer todos tus apetitos, te castigaremos»; «tienes que reprimir tus impulsos egoístas».

Las religiones aumentan la apuesta cultural y agregan más restricciones, incorporando un personaje fantástico (dios) que, en la mayoría de ellas, tiene todos los poderes imaginables y anhelables por los portadores de esas fantasías, más la autorización suprema de aplicar todos los castigos y pruebas de resistencia imaginables y anhelables por los portadores de esas fantasías.

La sensación subjetiva que nos queda es que la vida está sometida a muchas más prohibiciones que habilitaciones, porque el instinto de conservación, la cultura y las religiones suman sus esfuerzos para quitarnos libertad, derechos, posibilidades.

Parto de la base de que esto es imprescindible para que todo funcione.

Parece ser que para que el fenómeno vida no se detenga, tiene que vencer múltiples resistencias.

En otras palabras —y como he mencionado en otros artículos (1)—, el fenómeno vida depende de la oposición que permanentemente tiene que vencer cada ser vivo, comenzando por la mismísima Ley de gravedad que nos aprieta contra el planeta hasta los deseos de muerte que anidan en nuestro inconsciente.

Y esa oposición, resistencia y obstáculos, tienen en común el dolor, físico y psíquico.

El cansancio y la angustia son los estímulos que el fenómeno vida requiere para no detenerse.

Cuando algo impide que las continuas y bienvenidas agresiones funcionen como estímulos vitalizantes, estamos a pocos minutos de la muerte pues nuestro cuerpo ya no puede sostener el fenómeno vida.

(1) Ver la fundamentación en el blog titulado Vivir duele.

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13 comentarios:

Alicia dijo...

Si no tenemos problemas respiratorios, respirar no es algo que nos de un disfrute especial. Lo que siempre está al alcance, todo aquello por lo que no necesitamos esperar, lo que se nos da fácilmente, pocas veces es disfrutado. Como dice el licenciado, "el cansancio y la angustia son los estímulos para el fenómeno vida"; así como también lo son para sentir placer, paz, descanso.

Yoel dijo...

Para el dolor cada cual tiene sus propios límites.

Filisbino dijo...

Todos los seres vivos corremos peligro de muerte, dolor, accidentes, enfermedades. De no ser así, el instinto de conservación no tendría razón de ser, y los esfuerzos de la cultura y de las religiones por restringir nuestra conducta, tampoco.

Rulo dijo...

Los religiosos cuando se zarpan hacen cualquiera.

Lucrecia dijo...

Odiamos los efectos de la Ley de la Gravedad sobre nuestros cuerpos; esa es otra estupidez que no entiendo. Ya que el sentido de lo bello es cultural, todo aquello que resulta inevitable debería parecernos bello. Qué ganamos sentenciando que la juventud es bella, si tan pronto la perdemos. Tendría más sentido encontrar belleza en la vejez.

López dijo...

Así y todo, con tantas prohibiciones, igual la cosa funciona hasta ahí nomás.

Paty dijo...

Qué feo imaginarse esos nidos de muerte en el inconsciente!

Marta dijo...

Es difícil sostenerse, por eso la falta de solidaridad para sostener a otro no debería juzgarse moralmente, sino entenderse como debilidad; debilidad de la cual nadie es culpable.

Sandra39 dijo...

Como dice Marta, no somos culpables de nuestra debilidad, ni tampoco meritorios de nuestra fortaleza. Lo que sí podemos hacer es concientizarnos de nuestro grado de fortaleza, para hacernos responsables de nuestra debilidad. (si no lo hacemos por nosotros mismos, nadie más lo va a hacer).

Gregorovius dijo...

Muchas empresas en la vida, se parecen a una carrera de obstáculos.

Estrella dijo...

Yo no podía con el cansancio y tuve que recurrir a los estumlantes. Ahora no puedo con los estimulantes.

Ernesto dijo...

Luchar por nuestros derechos es luchar por la vida!

Roque dijo...

No en vano se dice que cuando una mujer está bien conservada es que está cuidada.