jueves, 30 de septiembre de 2010

No estoy seguro si soy indeciso

Algunas personas atesoran éxitos deportivos, o amorosos, o políticos, o económicos. Yo colecciono éxitos en la comprensión del ser humano.

Todos terminamos haciendo algo provocado por ciertas condiciones físicas que nos tocaron en suerte al ser fecundados, más la afortunada o desafortunada sucesión de experiencias, que nos fueron modelando una determinada forma de percibir la realidad en la que nos toca vivir.

Me pareció muy inteligente de mi parte haber hecho fila para comprar en un determinado comercio, hasta que un competidor me hizo ver que ese poder de convocatoria que yo creí auténtico, era una estrategia de márquetin del comerciante.

Alertado por esta información, pude constatar el parecido facial de los supuestos compradores de «mi comercio preferido».

El comerciante fue astuto con su fila de parientes, pero también es cierto que mi ingenuidad jugó a su favor.

Siempre me llamó la atención cuánta energía destinan los políticos para acceder a los cargos de gobierno.

Se los ve haciendo varios discursos por día, viajando, saludando con besos y abrazos a todo tipo de gente —como si los amara realmente—, gastando fortunas en publicidad y sobre todo, difundiendo el resultado de las encuestas.

Las empresas que se dedican a saber cómo se reparten las preferencias del electorado, informan sus conclusiones y eso provoca en los electores una tendencia a seguir a la mayoría.

En otras palabras, cuando las encuestas proponen un favorito, seguramente aumentará su caudal electoral con la adhesión de esa mayoría integrada por quienes sólo votan a los ganadores.

Sin embargo, existe una minoría de ciudadanos que le amarga la existencia a quienes luego serán gobernantes.

Efectivamente, los indecisos son aquellos que piensan, razonan, calculan, observan, y —sobre todo— deciden por sí mismos.

Los indecisos deben ser educados para que pierdan esa odiosa condición de seres pensantes.

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11 comentarios:

Nazareth Inglese dijo...

Si decís que sos,
que sos indeciso,
es justo y preciso
que defiendas
tus dichos.

Al humano indeciso
lo come el que hizo
de cada hecho
un hechizo magnífico.
El que alucinó a las masas
y convenció a los cretinos,
se lleva los honores,
el oro
y los carguitos.

Facundo Negri dijo...

Si usted atesora éxitos en la comprensión del ser humano, va a necesitar una vitrina muy chica.

Fulgencio dijo...

Algún que otro hecho desafortunado me moldeó una nariz importante. El tema es que me huelo la cosa antes de que suceda, vió. Por eso me dicen que soy desconfiado... prudente, diría yo.

Hipólito dijo...

Lo suyo Fulgencio, no es cuestión del destino, ni de hechos desafortunados, ni nada de eso. A usted lo fecundaron así, con los genes narigudos de sus progenitores (sin ofender).

Orosmán dijo...

Nosotros contratamos una empresa de publicidad de vanguardia. Esta gente se está dedicando a clonar individuos famosos con el fin de enviarlos a comprar a nuestras principales sucursales.
Quién se abstendría de comprar dulce de leche donde lo compra Natalia Oreiro.

Sandra39 dijo...

Las personas que ud dice que son indecisos en realidad son gente que se toma su tiempo de espera. Están libres de actuar compulsivamente, toleran la posibilidad de asociar ideas y tienen la valentía de formarse una opinión propia.

Morgana dijo...

Los indecisos son los que le dan emoción a la campaña electoral.

Filisbino dijo...

También hay un pequeño grupo de ciudadanos que siente la vocación de ser minoría. Son amantes de la exclusividad, los gustos elitistas, la comida refinada, las ideas complicadas y la contra; cómo aman llevar la contra. Así es que se sienten existiendo.

Maruja dijo...

A los políticos les gusta poner su energía en eso. Sarna con gusto no pica.

Morgan dijo...

Dicen que mujer precavida vale por dos. No se puede trasladar este dicho a los comerciantes, sean hombres o mujeres, eso no importa. El comerciante más que precavido tiene que ser astuto, pero eso no alcanza. Comerciante astuto NO vale por dos; vale por uno, y si tiene suerte.

Natalia dijo...

El político besa y abraza a los desconocidos porque en realidad piensa que el besado y abrazado es él.
Por desgracia tiene razón, qué envidia!