Mi querida abuela, que tan bellos y oportunos regalos me hiciera, propalaba eslóganes como una agencia publicitaria.
Una de esas sentencias pedagógicas decía: «La memoria es necesaria para hervir la leche y para mentir».
Sabido es por quienes han vivido en zonas rurales, que la leche debe ser hervida para evitar el contagio de alguna enfermedad que padezca el animal ordeñado.
Este procedimiento demanda una especial atención porque el referido líquido se derrama en cuanto empieza a hervir. Por eso, mi abuela decía que es preciso tener memoria: para recordar que la leche está en el fuego.
En cuanto a la memoria para mentir, necesitamos menos explicaciones.
Si contamos la historia verdadera, sólo tenemos que recordar los hechos, pero si le agregamos datos falsos, tenemos que recordar la novela que inventamos para repetirla sin contradecir el original.
No soporto mentir, pero no porque me parezca mal hacerlo, sino simplemente porque me da demasiado trabajo recordar la historia inventada.
Tampoco me parece mal que la gente mienta, entre otros motivos porque estoy convencido de que no podría dejar de hacerlo.
Los pocos que no creemos en el libre albedrío, difícilmente tomamos a mal que alguien mienta, porque este hábito responde a una debilidad constitutiva del embustero.
Las causas principales de la mentira, son:
— miedo a mostrar características personales impresentables;
— miedo a que la información sea usada para juzgar, atacar, perjudicar;
— miedo a la indiscreción del destinatario (falta de reserva, publicación no autorizada);
— intención de manipular al otro en beneficio propio;
— sentirse intelectualmente superior al engañado, imaginándose poderoso;
— buscarse complicaciones en tanto estas lo hagan gozar;
— establecer una relación sado-masoquista cuando el otro simula creer y se convierte en cómplice.
En suma: quien miente se enfrenta a su verdadera debilidad. Como decía mi abuela: «En el pecado está la condena».
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8 comentarios:
La mentira genera desconfianza, dificulta la comunicación, pero logra que los otros te vean como un par y quieran ser tus amigos.
Dicen que yo SOY IMPRESENTABLE, así que no tengo otra opción que mentir en todo lo que se refiere a mi persona.
Es clásico que cuando le confías algo personal a un amigo, este lo use para herirte cuando se enoja contigo.
Yo no creo en el libre albedrío, y está todo bien si los otros quieren mentir, pero que no me mienta mi hombre porque lo mato.
A las abuelas y a los abuelos les gusta propagar frases célebres. También les gusta pagar cuando se trata de hacerles regalos a los nietos. Así se ganan nuestra creencia en su sabiduría y nuestro afecto. Ningún ser más interesado que el nieto con el abuelo. El niño sabe que a los abuelos los puede, y abusa. De todos modos no sé porqué, pero no está mal.
Jamás pude hervir leche alejándome más de cinco metros de la cocina.
También hay que hervir la leche por si cae un poco de bosta en el balde.
Cuando miento me inclino por inventar novelas románticas, con hombres que llevan ramos de flores y mujeres que esperan desnudas en la cama.
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