viernes, 10 de septiembre de 2010

El insulto provoca autoagresión

En enero de 2010, publiqué un artículo (1) con una hipótesis explicativa de por qué el insulto «hijo de puta», es tan ofensivo.

Se ha estudiado bastante por qué alguien insulta, pero no tanto qué nos ofende.

Es una norma bastante general, que los insultos aumentan en gravedad a medida que el ofendido les atribuye verosimilitud aunque inconfesabilidad.

En otras palabras, alguien se ofende mucho porque considera que la madre realmente puede ser o haber sido una prostituta (verosimilitud), aunque ese antecedente no debería ser publicado (inconfesabilidad).

Lo que provoca el enojo, no es la acción de mentir sino la de hacer pública una posible verdad.

Si el improperio hubiera sido «hijo de diabética», o «hijo de cantante», o «hijo de flaca», el asunto no habría pasado a mayores.

En el mencionado artículo (1), comento que aquellos deseos incestuosos dificultosamente reprimidos en nuestro inconsciente, pueden contener el sentimiento de que ella nos fue infiel y que se comportó como una puta al acostarse con nuestro padre.

Esta idea reprimida puede darle credibilidad a la injuria.

Otro insulto igualmente irritante y por similares motivos, es «cornudo».

Estamos acá ante alguien que denuncia la infidelidad de nuestro cónyuge y ese hecho social nos indigna precisamente porque, si fuera cierto, públicamente quedamos como ingenuos, traicionados, con nuestra imagen deteriorada.

Sin embargo, lo más grave es que, según esa parte nuestra —que felizmente la memoria archiva en el inconsciente—, nuestro primer amor (mamá o papá), nos traicionó acostándose con otro/a.

Algo que los niños no saben, es que los adultos preferimos hacernos el amor en la intimidad.

Cuando los niños (varones y mujeres) se sienten traicionados y observan que los padres cierran la puerta del dormitorio, pueden pensar que «se ocultan porque están haciendo algo indebido» (traicionándolos a ellos, convirtiéndolos en «cornudos»).

(1) «Tu mamá tiene relaciones sexuales con tu papá»


●●●

9 comentarios:

Jhoan dijo...

No me ofende haber sido hijo de una puta porque gracias a eso pude graduarme.

Maristela dijo...

El Licenciado no está hablando de eso, Jhoan. Se trata de pensar lo que queda gravado en nuestro inconsciente cuando somos niños.

Bichi dijo...

Sultán tampoco soporta que cerremos la puerta del dormitorio.

Darío dijo...

Durante mi niñez, mi padre sólo permitía que me peleara con algún amigo, si insultaba a mi madre.

Gertrudis dijo...

A mí me ofende que me digan cosas que no soy (loba, mamona, bombón), porque está llenos de degenerados que vuelan de calentura.

Lola dijo...

No seas agria Gertrudis! Hay que saber disfrutar las cosas buenas de la vida.

José dijo...

Mi padre se borró antes de que yo naciera y mi madre nunca trajo un hombre a casa. Qué pasó entonces conmigo? Crecí pensando que mamá era una santa? ... Tendría que haberme dedicado al tango.

Peti Estigma dijo...

Las posibles verdades duelen, claro que sí! Yo por ejemplo, no soporto que me digan tarada.

Graciana dijo...

A las mujeres también nos ofende que nos digan hija de puta. Será porque también nosotras estuvimos enamoradas de nuestra mamá.