domingo, 19 de septiembre de 2010

Documento bíblico desclasificado

Ana era una mujer de 86 años, que no pudo tener hijos porque era estéril.

A pesar de estas circunstancias, quedó embarazada y cuarenta semanas después, nació un movedizo niño al que llamaron Salomón.

Ana y las mujeres del entorno, comenzaron a rezar con más fervor que antes mientras el niño era alimentado por el generoso pecho de otras madres, porque la de Salomón no producía leche.

La salud de Ana comenzó a decaer. Todos esperaban otro milagro, pero murió cuando el niño tenía seis años.

Hasta que cumplió los catorce, su vida fue igual a la de cualquier otro niño de su lugar y época, pero una tarde de verano, luego de haber pasado una noche muy inquieta, con dolores corporales desconocidos, sintió voces de una mujer que le incriminaban haber matado a su madre.

Primero creyó que era la misma Ana la que le hablaba, pero luego descartó esta suposición porque ella nunca habría utilizado un lenguaje tan grosero.

La perturbadora experiencia quizá duró menos de un minuto, pero el miedo a que se repitiera lo mantuvo aterrorizado durante varios años.

Cuando tenía más de veinte, quedó en medio de una acalorada discusión que involucraba a dos políticos.

El litigio refería al reparto de un abultado soborno y todo hacía pensar que el hecho terminaría con alguno de los contrincantes matado por el otro.

Fue en esta ocasión cuando Salomón sintió nuevamente la voz de aquella mujer que se le presentara alucinatoriamente.

Ella le dio la orden de intervenir y proponer cierta idea que le dictó a gritos, atormentando la debilitada psiquis del muchacho.

Desesperado por su situación, el joven repitió la idea que sólo él oía.

Los contendientes —estupefactos—, dejaron de reñir aceptando la idea.

A partir de ahí, el pueblo no pudo prescindir de sus sabias sentencias y Salomón tampoco pudo negarse porque las voces que oía sólo cesaban al comunicar cada dictamen.

Cuando tenía ciento doce años de edad, se presentó ante él su mamá —Ana—, con el aspecto que tiene cualquier mujer de dos siglos y utilizando el tono agresivo habitual, ahora le ordenó que fecundara a cierta virgen del poblado.

Y por primera vez, Salomón decidió desobedecer una orden de su madre.

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11 comentarios:

Mirna dijo...

El libro de los Proverbios del Rey Salomón se abre y se cierra con una alusión al "temor de Dios".
Creo que esta visión de la realidad aún continúa vigente porque sigue siendo el temor, el que nos impulsa a respetar las normas.

Jaime dijo...

Las recompensas terrenales y la importancia dada a los logros personales, provablemente hayan sido determinantes del carácter del pueblo judío.

Irene dijo...

Con respecto a lo que señala Jaime, pienso que el cristianismo dio un paso atrás al intentar sustentar el buen comportamiento en la actitud de anteponer al otro, frente al interés personal. Esto implica una negación de la realidad humana, una sobrevaloración de la capacidad de sublimar y un peso exagerado del Super-yo en nuestra psiquis.

Marcos dijo...

Pensar que se debe seguir el consejo de los sabios para llevar una vida recta, da a entender que el pueblo no debe pensar.

Chapita dijo...

Las voces que yo oigo son mucho más divertidas.

Javier dijo...

Lo que está bueno es tener soluciones salomónicas para todas las cosas.

Luján dijo...

No se puede estar con Dios y con el Diablo, Javier.

Margarita dijo...

Sentir que te incriminan el haber matado a tu madre debe ser espantoso. Es considerado uno de los crímenes más terribles. Me imagino que con esa culpa encima no quedaba otra que dedicarse a vivir en regla, y como esto no fuera suficiente, dictar más y más reglas para someterse a ellas.

Marta dijo...

Parece que la adolescencia siempre fue una etapa difícil.

Roque dijo...

Me gustaría que hoy también se le tuviera tanto respeto a los viejos.

Marina dijo...

Me parece positiva la idea de negociar con los contrincantes, aunque a veces no se puede negociar, y otras no da resultado.