miércoles, 15 de septiembre de 2010

El amor fuerte como el aire

Porque nacemos con una vulnerabilidad máxima, tanto mamá, como los otros adultos y hasta el propio niño, todos luchan para que la unión protectora sea efectiva, máxima, infalible.

Con uno o dos años de edad, todos necesitamos asistentes, ambientes sin peligros, protección.

El recién nacido posee —como una de sus defensas—, el sentimiento de posesión por su madre y demás personas u objetos aseguradores.

Esa actitud posesiva forma parte de las defensas naturales con las que contamos para llegar a adultos.

Los celos, la envidia y el amor posesivo, son hasta los 5 ó 6 años, los sentimientos mejor adaptados a nuestras necesidades para esa etapa del desarrollo.

Si todo funcionara bien, a partir de esta edad, comenzamos a darnos cuenta que nuestros hermanitos más chicos necesitan toda la atención, que nuestros padres tienen otras ocupaciones, intereses y deseos que se agregan a la atención que pueden prestarnos.

Si todo NO funciona bien, entonces el amor posesivo (celos y envidia) continúa.

Para que NO funcione bien,

— puede ocurrir que tengamos una salud muy frágil, que requiera la atención dedicada de nuestros adultos por más tiempo;

— puede ocurrir que nuestros padres no se quieran tanto entre ellos y que se aferren a nuestro amor, como si nuestra vulnerabilidad continuara;

— puede ocurrir que nuestros adultos continúen siendo posesivos, celosos y envidiosos como cuando eran niños pequeños;

— … u otros infortunios por el estilo.

Si todo funcionara bien, podemos desarrollar el llamado «amor evanescente», con el cual amamos a los demás, pero sin convertirlos en nuestros esclavos, sin quitarles libertad, sin celarlos ni envidiarlos, sin pretender controlar sus vidas.

De forma similar y si todo funciona bien, podremos ser buenos receptores de «amor evanescente», esto es, del amor que no pretenda sojuzgarnos, quitarnos libertad, abusarnos, utilizarnos, depredarnos, empobrecernos, volvernos mediocres, dependientes, infantiles.

●●●

10 comentarios:

Magdalena dijo...

Me parece que ud está pensando en blanco y negro. Según su planteo, habría un amor bueno, positivo y adulto y otro malo e infantil.
Como nunca he vivido un amor evanescente, me resulta muy difícil opinar con argumentos a favor o en contra.

Clarisa dijo...

Se puede amar a otro sin convertirlo en esclavo, sin quitarle libertad, sin controlar su vida, sin envidiarlo. Pero sin celarlo, me parece difícil. Quién no tendría miedo de perder un vínculo sumamente valioso para su vida?

Rosana dijo...

Sojuzgar
abuzar
depredar
empobrecer
mediocrizar
infantilizar...
Todas esas cosas puede hacer el amor! Entonces no es amor, es otro tipo de relación.

Marcos dijo...

Son tantas las cosas que tienen que funcionar bien para que haya amor evanescente, que ese tipo de amor se vuelve casi una utopía.

Martín dijo...

Cuando estaba procesando los celos hacia mi mamá, se le da por nacer a mi hermano.

Lucrecia dijo...

Las personas más inmaduras no podemos amar bajo un mismo techo. Amar se vuelve más factible si cada cual vive en su casa.

Filisbino dijo...

Cuando llegamos a viejos también precisamos asistentes, ambientes sin peligros y protección.

Lidia dijo...

Creo que el amor de pareja viene a compensarnos el gran dolor sufrido en la infancia, cuando fuimos desplazados por nuestros padres y hermanos.

Adrián dijo...

Los celos pueden arruinarte la vida, así que lo mejor es conocerse y actuar en consecuencia.

Elbio dijo...

Es difícil que el amor evanescente funcione, dado que somos egoístas, individualistas, consumidores y agresivos.
Somos ciudadanos del sistema capitalista.