jueves, 2 de septiembre de 2010

«Barack Obama tiene un pasado oscuro»

Me gustan los refranes porque comunican falsedades que, por su fama y brevedad, se cuelan en nuestra mente con toda la fuerza de la sabiduría.

Este fenómeno de los proverbios lo encuentro parecido al de las leyendas urbanas.

— «Anda un hombre atrapando universitarios y con una navaja, les aumenta el tamaño de la boca». A esta leyenda le llaman «la sonrisa de payaso»;

— «En breve, un dispositivo electrónico hará sonar el teléfono celular de los conductores, para multar a quienes cometan la infracción de atenderlo».

— «El estrés o energía de algunas personas, provoca el misterioso fenómeno de la combustión espontánea, por el cual su piel o tejido adiposo, se incendian provocándoles graves quemaduras».

Estas leyendas urbanas calzan en algún lugar de nuestra zona más crédula del cerebro, con la colaboración de proverbios tales como: «Yo no creo en brujas, pero que las hay, las hay»; «Creer o reventar»; «La vida no es un problema para resolver sino un misterio para vivir».

Pero, no cualquier historia se convierte en una leyenda urbana.

Un rápido vistazo al asunto, me lleva a suponer que existen dos ingredientes infaltables:

1) Tiene que ser verosímil; y
2) Los hechos narrados deben provocarnos goce.

Y acá aparece lo más llamativo.

Todos pensamos que deseamos exclusivamente lo placentero, lo que nos alivie, lo que nos haga reír.

No es así: un goce se obtiene cuando ocurren ciertos procesos orgánicos que pueden generar alivio o dolor.

El alivio es el que todos conocemos según el sentido común, pero el penoso lo intuimos cuando oímos la expresión «morirse de la risa», o nos enteramos que los franceses aluden al orgasmo como una «pequeña muerte».

Las malas noticias, el miedo o la frustración provocados por las leyendas urbanas, activan nuestra ambición de gozar y por eso nos vuelven crédulos.

●●●

9 comentarios:

M. Eugenia dijo...

Goce y placer, es lo mismo para los psicoanalistas?

Canducha dijo...

Entonces ud dice que todos tenemos algo de masoquistas.

Natalia dijo...

A mí me gustan las leyendas poéticas, imaginativas, metafóricas. Aunque pensándolo bien, esas leyendad urbanas terroríficas me dan un miedo con risa, muy divertido.

Daniel dijo...

Cuando una leyenda urbana pasa de moda deja de provocar goce, no sé por qué será.

Gerónimo dijo...

Ojalá pronto nuestros 33 mineros compatriotas puedan decir "acabo de vivir un pasado oscuro".

Rulo dijo...

Lo bueno de estas leyendas es que se trata de cosas horribles, pero no me están ocurriendo a mí!!

Alejandro dijo...

Me gustan las leyendad urbanas porque en el fondo sé que son todas mentiras pero me divierte imaginar que puedan ser de verdad.

Esther dijo...

Todo lo que nos provoca sentimientos intensos, tiene su cierto goce, aunque sean sentimientos penosos, porque activan el funcionamiento orgánico y eso nos hace sentir bien; son como estimulantes.
El dolor viene de la mano de los estados PROLONGADOS de tristeza, miedo, angustia. Esos sentimientos que se instalan en nosotros provocan un dolor sordo, que nos hace sufrir mucho porque su intensidad no alcanza para raptarnos la conciencia.
La muerte de un ser querido muy importante, puede provocarnos en los primeros momentos, crisis de llanto, gritos, desesperación. Pero el dolor que aprieta el pecho y se nos queda porque no sale al exterior, permanece mucho tiempo y agota nuestra capacidad de reaccionar con vitalidad ante los sucesos de la vida. Por eso un muerto querido se sufre más después de pasados los primeros días de su desaparición física.

Marcia dijo...

Si les llamamos leyendas es porque sabemos que no son noticias, o sea, que no son verdad.