jueves, 9 de septiembre de 2010

De lo que oigo, no creo nada

La policía, la oficina recaudadora de impuestos y las iglesias, necesitan que los ciudadanos confesemos la verdad.

De esta forma, tendríamos:

— las calles limpias de delincuentes dispuestos a seguir estropeándole la calidad de vida a los vecinos;

— nuestro estado tendría los recursos necesarios para solventar los gastos comunes, para cumplir los planes de gobierno y para que no haya personas que tengan que aumentar su contribución para cubrir lo que no aportan los evasores; y finalmente,

— las iglesias, mantendrían saneados los corazones de los creyentes.

Sin embargo, todo esto funciona poco y mal.

— Los delincuentes son ‘hábiles declarantes’, asesorados por abogados diestros en conseguir los castigos menos molestos para su ‘prestigiosa clientela’;

— La oficina recaudadora de impuestos ya no sabe cómo perseguir a los evasores asesorados por los contadores más diestros en conseguir las mayores exoneraciones para beneficio de su ‘prestigiosa clientela’; y

— las iglesias, a medida que aumentan la libertades culturales y trepan los estímulos al consumismo, se van vaciando de fieles, siendo cada vez menos los que confiesan sus pecados.

Pero no todo el mundo es tan ingenuo como estos tres agentes sociales, dependientes de la sinceridad de quienes son prácticamente incapaces de confesar en perjuicio propio.

Los médicos sí que saben del ser humano.

Ellos escuchan las cuatro primeras palabras de sus consultantes, luego bajan la mirada para concentrarse en recetar una batería de análisis clínicos, chequeos de distinta índole, pruebas de laboratorio, exámenes con una sofisticada aparatología y saludando cortésmente al empapelado consultante, lo instruyen para que vuelva cuando tenga todos los resultados.

Realmente, este agente de la policía sanitaria (la medicina), no le concede ninguna credibilidad a nuestros dichos, porque nos considera incapaces de saber qué nos ocurre y además porque nos conoce y sabe que le ocultaremos cualquier dato que nos moleste o preocupe.

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15 comentarios:

Elbio dijo...

Los médicos parten de un concepto facilitador que es el diagnóstico. Interpelar el diagnóstico implica mucho esfuerzo y para hacer esfuerzos los médicos y todos los animales en general, tenemos que estar muy motivados.
Alcanzan unas pocas palabras que ud diga, para que ellos deduzcan el diagnóstico (a eso le llaman ojo clínico, es decir la experiencia acumulada a través de los años de recordar el manual y aplicárselo a los pacientes). No tienen tiempo para cuestionar los síntomas. Demuestran su buena voluntad mandándole una serie de exámenes, para asegurarse de que todo está bajo control, y recetarle alguna pastilla para que ambos, médico y paciente, se queden más tranquilos.

Leticia dijo...

Los médicos son muy supositorios, supositores... bueno, ud me entiende, que suponen mucho.

Carolina dijo...

Podemos criticar a los médicos y a los psicólogos hasta el cansancio, pero los necesitamos. Sé que muchos de ellos hacen su trabajo lo mejor que pueden. No se merecen tanta bronca. Que sepan que nos enojamos mucho, porque ellos son las personas a las que podemos recurrir para calmar la angustia.

Nelson dijo...

Es todo un tema la mentira. Cuándo defenderla y cuándo condenarla?

Facundo Negri dijo...

La clientela de las iglesias no es menos "prestigiosa". No olvidemos que a ella también acuden evasores y delincuentes.

Sarita dijo...

Menos mal que los cobradores de impuestos ya no van personalmente de casa en casa. Aumentaría el índice de homicidios.

Mariana dijo...

Jesús no le tenía ninguna simpatía a los recaudadores de impuestos. Así como expulsó a los mercaderes del templo, del mismo modo habría expulsado a los recaudadores de impuestos. Tanto unos como otros eran usureros.

Macarena dijo...

Los creyentes no pueden mantener saneados los corazones. Tienen que confesarse permanentemente porque de lo contrario no pueden comulgar. Entonces el mensaje es claro: el corazón vive ensuciándose. Te dicen que hagas el bien sin mirar a quien, pero eso es muy difícil, si es que siempre tienen el corazón sucio.

López dijo...

No sé para qué los delincuentes se esfuerzan en ser hábiles declarantes. En realidad ellos quieren estar en la cárcel.

Lautaro dijo...

Los gastos comunes nunca se solventan, porque cuando se logran las metas, enseguida surgen otras. Esa es nuestra idea de progreso.

Faustino dijo...

La única esperanza que tienen las iglesias de sobrevivir, es que siga manteniéndose un núcleo de gente desesperada.

Inti dijo...

Confesar en perjuicio propio también tiene sus beneficios secundarios.

Iris dijo...

Los grandes héroes preferían morir de pie a vivir arrodillados. Por eso nunca iban a la iglesia.

Maristela dijo...

Tener las calles limpias de delincuentes? Eso es imposible; cuántos andan por ahí sin que nadie sospeche de ellos ni les pregunte nada. Yo me conformaría con tener las calles limpias y punto.

Marcia dijo...

El saludo cortez de los médicos me irrita. Bien que podrían guardárselo.