Con plausible inteligencia, la realeza eligió una denominación que le da prestigio.
Las personas que creen en la existencia de la realidad, por ahora son consideradas muy valiosas, confiables, acertadas.
Realeza se le dice al conjunto de las familias reales.
Rápidamente, de un plumazo, queda establecido que las demás familias no son reales y, sin muchas pretensiones, podemos decir que aquellos que estamos por fuera de cualquier monarquía, somos irreales, ficticios, imaginarios.
Más aún: ¿existiremos?
Como reacción, los filósofos (difícilmente monarcas) han tratado de combatir esta injusticia verbal, poniendo en duda si existe la realidad, con lo cual, indirectamente, están devolviendo la injuria a quienes por ahora la perpetran.
Los filósofos escépticos dudan hasta de la duda misma.
Suponen que nuestras percepciones son subjetivas. No pueden decir «llueve» sino «creo que llueve»; no pueden decir «Fulano es una persona maravillosa», sino «para mí, Fulano es una persona maravillosa».
Como usted ve, para ellos la realidad es algo sobre lo cual se pueden dar opiniones personales, pero sería una irresponsabilidad hacer afirmaciones.
Los filósofos agnósticos, sin embargo, son una versión moderada de los escépticos, porque se concentran en dudar sólo de lo que no puede demostrarse fehacientemente.
Los agnósticos no consideran razonable que alguien pueda creer en Dios o cualquier otro hecho sobrenatural, en tanto sería indemostrable su existencia.
Naturalmente, no faltan quienes retrucan a los agnósticos diciéndoles que tampoco es demostrable la no existencia, con lo cual, ambos bandos llegan a un empate técnico.
Pero el asunto termina resolviéndose por cómo ocurren los hechos, en base a qué creencias la humanidad actúa, qué criterios terminan modificando la historia.
En este punto, la mayoría creemos lo mismo que creen los más persuasivos, influyentes, mediáticos (oradores, escritores, poetas, líderes carismáticos).
Como estos sólo saben proponer ficciones, entonces la realeza no existe.
Nota: La imagen corresponde al rey de España, Juan Carlos I de Borbón, con un desaliño impropio de su investidura, pero que se justifica porque estaba vacacionando en Mallorca (2009).
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10 comentarios:
Lo Real no se puede simbolizar, no puede capturarse a través del lenguaje. Las familias reales no existen.
Nada más diabólico que ignorar la existencia del otro.
Nada más psicótico, diría yo, Natalia.
Ah! entonces todos los psicólogos son escépticos, no?
Los masones otorgan el Arco Real a aquellos que consideran capaces de pensar.
Los oradores persuasivos son aquellos que dicen de manera carismática lo que la mayoría cree.
Es increíble lo que dicen los franceses acerca de como Juana de
Arco cambió la historia de Francia.
Si los miembros de la Real Academia Española de Letras, fueran todos lacanianos, no sé cómo se las arreglarían para hacer un diccionario.
El peón sabe que jamás se podrá dudar de su no existencia.
@Reneé capaces de pensar somos todos... no?
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