jueves, 17 de junio de 2010

Quien roba a un ladrón merece perdón

En varias ocasiones (1) me he referido a la capacidad metafórica que tiene (o padece) nuestro pensamiento.

Los poetas son personas que tienen especialmente desarrollado este funcionamiento-padecimiento.

Para ellos, el amor es como un pájaro, la vida es un tren que un día llega a destino, la mujer es un ser mítico, irreal, mágico.

Lejos de considerar estos apartamientos de la racionalidad como algo peligroso, se los aplaude, compramos sus libros, alguien les agrega música para que todos cantemos.

Exactamente lo mismo ocurre con un delincuente, aunque la respuesta social es exactamente la contraria.

Los poetas que hacen metáforas contrarias a la ley (al bien público, los antisociales), son reprimidos, castigados y encarcelados ... porque no se han encontrado aún soluciones menos crueles y antipoéticas.

En su fuero interno, un ladrón puede estar seguro de que sólo trata de recuperar lo que le quitaron, lo que se merece por legítimo derecho.

Él no sabe por qué roba, o quizá dé explicaciones copiadas de lo que otros le informan, pero inconscientemente está cumpliendo la sentencia del título: «Quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón».

Los casos más elocuentes se observan entre personas que no parecen necesitar el objeto del que se apoderan.

Esos objetos (artículos de una tienda, vehículos, joyas), seguramente representan (son metáfora de) el amor que no sienten recibir.

Efectivamente, un análisis desapasionado, nos llevará a esa conclusión en nueve de cada diez casos.

El fenómeno siempre ingresa en un círculo vicioso, porque el delincuente cada vez recibe más rechazo y —como no sabe lo que está buscando inconscientemente—, queda atrapado en una conducta, que será irreversible, excepto que las circunstancias satisfagan su verdadero deseo de amor.

Conclusión: Cuando el amor frustrado se simboliza, tenemos poesía, pero cuando se actúa, podemos tener delincuencia.

(1) La mujer de Juan Pérez
El adulto con título habilitante
¿Cuánto pesa Urano?
En otoño los árboles tienen calvicie
Cambiar es morir un poco

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11 comentarios:

Clara dijo...

Actuaremos como ladrones por un día,robaremos algo,no necesitado,superfluo,nuevo o viejo...;harémos una gran hoguera,diremos unas palabras y nos convertiremos en poetas.

Elena dijo...

Genial su artículo y hermosas las palabras de Clara.

Teresita dijo...

Por lo general los ladrones tienen buen físico. Quizás ya han buscado amor a partir de esa virtud y no lo han logrado.

Iris dijo...

Me gustan los poetas que no embellecen la realidad, ni tampoco exageran lo dramático o desagradable. Unos pocos que no sé cómo se llaman.

Celeste dijo...

Cuando me entraron en casa lo tomé con filosofía. Lo que no les perdono es que me pisotearon las flores del jardín.

Alberto dijo...

Los asentamientos se establecen en terrenos de los que se apropian un grupo de personas indebidamente. La ley de los hombres deja bien en claro el respeto que le debemos a la propiedad privada. A pesar de todo, supongo que si existiera un dios, miraría a estas personas con indulgencia.

López dijo...

Cortar piedra era una solución poética para los presos. Las calles empedradas quedaban bien tangueras.

Ulises dijo...

Me gusta robar pañuelos descartables. Es que nunca sentí que alguien deseara secarme las lágrimas.

Lucas dijo...

La única es actuar el amor en la cama.

Graciela dijo...

Cuando nos apoderamos de un amigo no está bien, aunque el robo sea necesario.

Roque dijo...

El más difícil es el ladrón de vidas.