jueves, 3 de junio de 2010

La deseofobia

En varios artículos les he comentado que los neuróticos suelen padecer deseofobia.

El miedo al deseo se parece a la claustrofobia (miedo al encierro) porque sus afectados temen no poder escapar de sus impulsos, anhelos, antojos.

La necesidad surge del funcionamiento corporal y su satisfacción puede diferirse por períodos breves (comer, abrigarse, defecar).

El deseo surge también del funcionamiento corporal (si aceptamos que la psiquis es orgánica), pero su satisfacción podría diferirse por períodos más largos (estudiar, amar, viajar)

Por ejemplo, que un hombre cometa locuras amorosas, puede ser un buen tema para una novela romántica, pero cuando alguien es tan violentamente agitado por el deseo, éste pasa a ser tan incontrolable como un terremoto o un huracán.

Un caso así —observado por alguien con fantasías místicas—, le haría decir que se trata de una posesión demoníaca que debe ser exorcizada.

Quien posee un deseo tan intenso, es juzgado por los neuróticos deseofóbicos como débil, promiscuo, hedonista.

Por supuesto que estos «jueces» creen en el libre albedrío y suponen que nuestro anti-héroe es capaz de evitarse esos problemas y que, por lo tanto, es culpable de todo lo que le pase.

Seguramente no es nada grato verse poseído por un deseo que conduzca nuestra existencia hacia un verdadero precipicio.

Ese deseo instalado en el cuerpo de nuestro personaje es tan extraño a él, como el feto en una mujer que quedó embarazada contra su voluntad.

Los «jueces» deseofóbicos le dirán a ella: «debiste pensarlo antes».

El deseo es una manifestación de vida y su ausencia equivale a una pobreza vital.

Los deseofóbicos necesitan condenar para negar que ellos mismos, son incapaces (tienen miedo) de desear y vivir.

Esta severidad moral les permite justificar su temor al riesgo, asegurar que los exitosos son corruptos y que el optimismo es irresponsabilidad.

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11 comentarios:

Gertrudis dijo...

Tengo deseofobia. Le temo a cualquier cosa que pueda provocar adicción en mí.

Rosario dijo...

Quedé embarazada por un extraño y contra mi voluntad, sin embargo amo la vida que crece en mi cuerpo, porque pertenece a un milagro muy superior a cualquier tragedia humana.

Graciana dijo...

Respeto profundamente el sentir de Rosario, aunque quiero agregar que no todas las mujeres lo viven de esa manera, son muchos los factores que están en juego y todas las mujeres son distintas. Por ese motivo no condeno la decisión de interrumpir un embarazo.

Irene dijo...

Cuando decidí divorciarme y pedí ayuda me dijeron esa desgracia de frase "debiste pensarlo antes".

Anónimo dijo...

El deseo es vida... pero a mí me está matando.

Saúl dijo...

Los que más miedo tienen a que se les robe o agreda en la calle, son los jueces más severos de los delincuentes.
No teniendo tanto miedo, puedo satisfacer mis deseos de ir a una fiesta de noche, asistir a espectáculos o simplemente salir a dar una caminata. Cuando el miedo me coharta esas posibilidades, la bronca se expresa en la excesiva atención y monto afectivo que se deposita en el tan manido tema de la inseguridad.

Eduardo dijo...

Quizás Saúl opine así porque no lo robaron 7 veces en 6 meses.

Filisbino dijo...

Me remito a una frase sabia: "cuando estamos al borde del precipicio es necesario dar un paso adelante".

Eloísa dijo...

Hay otras frases de batalla de los deseofóbicos. Por ej: tú lo decidiste así.

Celeste dijo...

Un hombre-cometa se ve frustrado en su deseo de cometer locuras amorosas porque siempre se lo lleva el viento.

Teobaldo dijo...

Tanto los terremotos como los huracanes, nos obligan a construir de nuevo lo que quedó roto.