domingo, 27 de junio de 2010

La isla continental

En cierta ocasión naufragó un bote cargado de jóvenes que huían de sus padres.

Habían partido de un país en el que los adultos estaban orgullosos de la severidad, la disciplina, la moral.

Un total de 16 jóvenes varones menores de veinte años, estuvieron reuniéndose a escondidas, para escaparse de esa cultura tan severa.

Sin embargo, el motivo que más los alentaba, era castigar duramente a esos arrogantes padres, educadores, sacerdotes y gobernantes, que se jactaban de no tener drogadictos, ni homosexuales, ni suicidas.

El naufragio los obligó a nadar, flotar como pudieron. Pasaron hambre y sed, pero finalmente quince de ellos llegaron a una isla desierta.

El líder organizó todo rápidamente, aunque no tuvo más remedio que aplicar los únicos criterios que ellos conocían: severidad, disciplina y moral.

Cuando hubieron repuesto energías, durmiendo y comiendo lo que pudieron recolectar, cazar y pescar, parecía que la vida comenzaba a normalizarse en una nueva civilización.

Los motivos que tuvieron para huir, siempre fueron recordados y se cuidaron de no repetir los errores de quienes habían quedado en el continente.

Pero, luego de unas semanas, se alarmaron al confirmar que muchas de las normas y criterios que antes criticaban, no tenían más remedio que reimplantarlos.

Los sueños eróticos, la escasa vestimenta y la absoluta libertad, los estimuló a desplegar el deseo sexual, en forma individual, en parejas o entre varios.

Comenzaron a surgir las preferencias, los afectos intensos y de apoderamiento. Cuando ocurrió que dos prefirieron al mismo, surgieron los celos.

No es extraño que el más seductor y mejor amante, fuera el líder.

El grupo comenzó a perder la calma y surgieron los primero gritos, algunos golpes malintencionados y sobre todo, el enojo duradero.

La mayoría, que no participaba de esas riñas entre amantes celosos porque preferían la sexualidad individual, imaginaron un fin trágico para el grupo entero.

El temor y la urgencia, reavivaron en ellos los criterios de la civilización que habían abandonado. Por eso, mataron al jefe seductor.

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10 comentarios:

Chingolo dijo...

Ese bote que naufragó... por casual, no era una balsa?

el oriental dijo...

No me maten a Lugano!!

Elena dijo...

No nos queda otra que "arar el porvenir con viejos bueyes", como decía en una canción Silvio Rodríguez.

Paty dijo...

A ver si entendí bien. Los que mataron al jefe seductor fueron los pajeros?

Evaristo dijo...

Cada uno de nosotros lleva en su fuero interno la represión, las normas y los criterios de convivencia sociales. Por ese motivo los verdaderos cambios sólo pueden ser lentos y graduales; aunque sé que de corazón prefiero, el heroísmo y la mística de la revolución.

Jacinto dijo...

Por qué los 16 muchachos eran varones?

Ingrid dijo...

Creo que en ese grupo donde NO había mujeres las normas serán más severas. Tener niños a los que cuidar, ordena y armoniza la vida cotidiana.

Filisbino dijo...

En nuestra civilización (y en otras también) los problemas derivados del instinto sexual, se canalizan a través de instituciones como la iglesia, donde se decreta el celibato y se ordena rigurosamente, en torno a la familia tradicional, la vida sexual de sus adeptos.

Yoel dijo...

Me imagino en esa isla plantando cannabis.
La mitad de los problemas se solucionaban.

Sarita dijo...

Y no dicen los hombres que no son celosos?