domingo, 20 de junio de 2010

Vamos adonde venimos

Huyendo de lo que fue, alguien se subió a un tren.

No sabía si el dinero le alcanzaría para distanciarse hasta el olvido.

A poco de arrancar la ruidosa máquina, los pensamientos empezaron a retroceder. El tren avanzaba y la memoria retrocedía.

Cuando se dio cuenta del juego maldito de su mente, se consoló pensando que cuando se bajara, se detendrían los recuerdos.

Cerró los ojos, pero seguía oyendo. Se tapó los oídos, pero el sonido sólo se amortiguaba y el recuerdo seguía avanzando hacia atrás.

Luego de varias horas, el tren se detuvo y para su tranquilidad, el recuerdo también.

Eso le dio la pauta de que cuando llegara a algún destino, ya no funcionaría más esa pegajosa secuencia de recriminaciones, gritos, mentiras, secretos, gastritis.

A pesar de la incomodidad del asiento, se durmió y no tardó en soñar escenas vívidas, llenas de colores, alegres, seductoras, juveniles, eróticas, brillantes, plenas de detalles minuciosos.

Se despertó cuando ya había anochecido. Sintió hambre y encontró un vagón-restorán donde se apiñaba gente que no era de su pueblo y que usaba un lenguaje irreconocible.

Pidió algo de comer y de beber, pero los funcionarios no le prestaron atención y continuaron con sus risotadas.

El desconcierto le quitó el hambre y volvió resignado a su asiento, que ya estaba ocupado. La gente de todo el vagón había cambiado. Nadie se movía pero pestañaban al unísono.

El viaje sin asiento tendría que terminar pronto, pensó.

Los recuerdos seguían al ritmo del tren.

Finalmente se detuvo. Nadie, se paró.

Sorpresivamente, apresaron sus brazos sendas personas que tenían cuerpos idénticos al suyo.

Con su misma voz, le dijeron: — Está bajo arresto. Debe acompañarnos —, y sintió una alegría casi eufórica.

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10 comentarios:

Stephen Samdon dijo...

Se merece una calificación como las que aparecen en las tapas de las películas: MARAVILLOSA - EXCELENTE - ÚNCICA. Una trama donde se combinan magistralmente una atmósfera asfixiante y un entorno de ensueño. Sugerente recorrido hacia un pasado del que jamás se volverá.

el poeta dijo...

En la tierra del olvido están prohibidos los nombres, las calles, los carteles y las damas bellas.

Yenny dijo...

Dicen que el sonido de las bubucelas te transporta al futuro. A ese tiempo en el que la Tierra sólo estará poblada por insectos.

Iñaqui dijo...

Cuando me subo al tren, ya los peces gordos se bajaron.
Soy pécimo para la pesca de buenos negocios.

Facundo Negri dijo...

Algo me hace pensar que ese destino sin gritos, recriminaciones ni gastritis, es el destino común que nos toca a todos. Los galpones de la estación central. Soy muy pesimista?

Tiago dijo...

Una vez me quedé mirando a una señora para ver cuánto demoraba en pestañar. Pasó media hora y nada. Dejé de mirarla, tenía la tranquilidad de que ella no me había visto. Comencé a entretenerme descubriendo pájaros entre las ramas de los árboles. De pronto me tocaron en el hombro, me di vuelta sobresaltado y vi que era la señora que había estado observando. Con los ojos resecos y saltones me miró fijamente y me dijo "deberías usar algún colirio".

Esteban dijo...

La frustración más grande de mi vida ha sido darme cuenta que mis clones no piensan igual que yo.

Santino dijo...

Un viaje sin asiento no permite que se asienten las ideas. Cada vez que viajo parada descubro que mi mente está lúcida. Encuentro la solución a viejos problemas; descubro cómo evitar el mormazo del mediodía, dónde encontrar hierba fresca, cómo llegar más rápido a las aguadas... Pero al bajar del camión nos hacen subir por una rampa y entramos a un sitio oscuro que se bambolea. Ahí los pensamientos se revuelven y ya no regresan a su sitio. Luego, por un proceso que no comprendo, mis ideas pasan a la mente de una familia que mira ansiosa a un hombre de traje blanco, que muy apurado grita: "parrilla completa para la dos".

Orosmán dijo...

Cuando algo se detiene y nadie se baja, entro en la sospecha de que lo mejor para mi integridad física, será quedarme igual que los demás, en el mismo sitio donde estaba. La mayoría sabe de bajadas peligrosas.

Karen dijo...

El tren bala te licúa los recuerdos.