martes, 29 de junio de 2010

Habla tú que lo haces mejor que yo

Los espectáculos que nos divierten en la televisión, la calle, el teatro, son de tres tipos:

1) Los que hacen lo mismo que haríamos nosotros, aunque con alguna innovación, habilidad, creatividad. Por ejemplo, bailar, hacer de mimo, quedarse quietos como una estatua.

2) Los que hacen algo que sólo podríamos hacer luego de esforzados ensayos ... que no estamos dispuestos a hacer y por eso preferimos ver cómo otros lo hacen. Por ejemplo, rutinas de malabares, pintar, modelar esculturas.

3) Los que hacen algo que no podríamos hacer de ninguna forma: acrobacias aéreas (funambulismo), contorsiones corporales, resistir el dolor.

Lo que caracteriza a los primeros, es que vencen la timidez.

Lo que caracteriza a los segundos es que hacen algo que haríamos si nos tomáramos el trabajo de estudiar, practicar y ensayar.

Lo que caracteriza a los terceros, es que no parecen seres humanos. Quienes conocemos Le cirque du soleil (imagen), asumimos que sólo podríamos reemplazar al vendedor de entradas.

Veamos algo de la segunda categoría.

Cuando el artista nos deleita con algo que podría ser hecho por nosotros, la identificación es máxima. Nos complace sentir cómo hacemos algo tan seductor, gracioso, elegante.

En esta categoría de espectáculos disfrutamos de un imaginario protagonismo.

Es con ese mismo estilo que los oradores más exitosos nos convierten en pasivos espectadores.

Los líderes capaces de dominar a millones de personas, utilizan los medios de comunicación para transmitir esta hipnotizante sensación.

El efecto de convicción se facilita enormemente con públicos que tienen bloqueada su capacidad crítica.

El fanatismo, la pasión, el entusiasmo, la alegría desbordante, anulan el raciocinio y facilitan la tarea de seducción.

Este fenómeno se hace duradero (crónico), si el sistema educativo logra estimular a los estudiantes para que sean malos alumnos.

¿Esto ocurre en su país?

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10 comentarios:

Ludmila dijo...

No sé por qué pero además de todo, los fanáticos, cuando se muestran en pleno estado de desborde, son estéticamente desagradables.
Hay una diferencia clara entre el que está muy feliz y el fanático. La gente feliz es linda de ver.

Elbio dijo...

Estando en grupo es muy difícil que - entre todas las cosas que hacemos - excluyamos el afán de seducir. Básicamente las actitudes son: seducir o pasar desapercibido. Desagradar es una forma de seducir, o si se quiere, de llamar la atención.

Marcia dijo...

Entre los malos alumnos están los que tienen una postura crítica y los que no. También entre los buenos alumnos.

Evaristo dijo...

El comentario de Marcia sirve para que pensemos cómo definiríamos a un buen alumno.

Luciana dijo...

Debería estar permitido que en algún rescoldo de nuestra alma podamos tener un foco acrítico.

Filisbino dijo...

Creo que ser demasiado crítico no sería un problema, salvo cuando ese sentido crítico va acompañado de un gesto de asco.

Rodríguez dijo...

Alcanza un poco de experiencia y de sabiduría para no dejarse encandilar con trucos.

Anónimo dijo...

Le aseguro que hoy usted estaría haciendo acrobacias aéreas, si hubiese sido mi hijo.

Marcos dijo...

La capacidad crítica se bloquea, siempre y cuando, alguna vez haya crecido.

Rosana dijo...

A todo, siempre se le puede criticar algo, pero a veces no viene al caso.