lunes, 28 de junio de 2010

Denunciar al corrupto es ético y calmante

Tengo que comentarle un asunto que «huele mal».

Todos estamos más o menos en contra de la corrupción.

El tema está en las noticias cuando un funcionario del gobierno comete algún acto de infidelidad hacia las responsabilidades que le fueron encomendadas, generalmente con afán de lucro.

Para definir esta inconducta (delito, infracción, fechoría), hablamos de «coima», «soborno», «cohecho».

Los funcionarios inmorales le hacen daño a la administración pública para la cual trabajan, desprestigiándola ante la ciudadanía y muchas veces interceptando (apropiándose) la recaudación que le corresponde al Estado.

También generan ventajas y desventajas ilegales entre los ciudadanos que cumplen con las normas y los que pueden evitarlas pagando un soborno. En otras palabras, su desempeño provoca injusticias entre ciudadanos que deberían contar con las mismas condiciones.

Sin embargo, quienes confunden «Estado» (conjunto de instituciones permanentes que administran un país) y «Gobierno» (conjunto de personas encargadas de conducir esas instituciones administradoras, durante un cierto período), es probable que estimulen la corrupción de los funcionarios mientras no gobiernen sus candidatos preferidos.

Los opositores al gobierno de turno, apoyan a los funcionarios infieles que dificultan la gestión y deterioran el prestigio.

Sin embargo, la causa de nuestro repudio a estos personajes, es la envidia.

Efectivamente, el funcionario, gobernante, juez, inspector o quien sea que tenga poder vendible, es envidiable.

Cuando el poder es usado en beneficio propio, entonces este personaje se convierte en «corrupto, sobornable y envidiable».

Nuestra fantasía no se anda con chiquitas. Si alguien nos molesta (por ejemplo, provocándonos la dolorosa envidia), lo imaginamos muerto y por lo tanto, pudriéndose, es decir «corrupto».

En suma: cuando decimos que alguien «es corrupto», estamos conjugando en tiempo presente que está muerto, que su cuerpo se degrada, se descompone, se rompe, se corrompe.

Denunciar a un corrupto es ético y calmante.

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12 comentarios:

Martín dijo...

Es odioso ser un soplón.

Hugo dijo...

No denunciar la corrupción es hacerse cómplice de ella.
Y quedarse con bronca.

Zulma dijo...

Nadie está dispuesto a que otro se beneficie perjudicándonos, salvo cuando se trata de nuestros hijos.

Elbio dijo...

Es mejor interceptar lo que nos corresponde, aunque sea difícil.

Iris dijo...

Hay una diferencia grande entre el que no paga una coima porque no puede, en términos económicos, y el que no lo hace porque no puede, pero debido a los principios éticos a los que adhiere.
De todos modos, ambos sienten bronca ante el corrupto. Sería de esperar que quien se abstiene por sus principios, sienta paz.

Roque dijo...

Ser un funcionario del estado no es para cualquiera.

Saúl dijo...

Sin embargo nunca se compite partiendo de las mismas condiciones. Las condiciones que está a nuestro alcance controlar son muy pocas.

Jhonn dijo...

Es prácticamente imposible eliminar el contrabando en los pueblos de frontera. Para empezar, esos pueblos permanecen allí, justamente porque se contrabandea.
Habrá que eliminar las fronteras.

Evaristo dijo...

Diga la palabra corrupto y luego escupa. Es la palabra perfecta para escupir!

Ismael dijo...

Por lo tanto las mujeres de "la vida" no son corruptas.

Nazareth Inglese dijo...

Quienes más utilizan
la palabra corrupción
son todos aquellos
que están en la oposición.

La Denunciante dijo...

Como ama de casa, como administradora del hogar, me asiste legitimidad para denunciar, que esa mujer interceptó a mi marido, haciéndose con la recaudación que le corresponde a mi familia.