lunes, 21 de junio de 2010

Ver la viga en el ojo ajeno

Si varias personas tenemos una lista de diez problemas para resolver, nos formaremos espontáneamente dos grandes grupos:

1) los que comienzan por los más difíciles;

2) los que comienzan por los más fáciles.

Son muchos menos los que sigan el orden de la lista y los que vayan resolviéndolos en cualquier orden.

He hablado con gente del primer grupo (problemas difíciles primero), y me dicen que siempre hacen eso porque saben que, a medida que se van cansando, rinden menos.

La gente del segundo grupo (problemas fáciles primero), me dicen que comienzan por los más fáciles para darse ánimo (juntar coraje), o para entrar en calor, y hasta alguno me comentó que si se muere en mitad de la prueba, no se habrá esforzado inútilmente.

Los seres vivos somos atraídos por el placer y rechazamos el dolor.

Desde este punto de vista, quienes comienzan por los difíciles, están haciendo algo opuesto a la tendencia natural (reprimen sus impulsos) y los que comienzan por los fáciles, se dejan llevar por su instinto básico (ceden a sus impulsos).

Aunque ninguno de los grandes grupos está ni bien ni mal, es probable que existan consideraciones que tomen en cuenta la conveniencia, el realismo, lo estratégico, lo posible.

En la vida diaria, quienes comienzan por los problemas más fáciles, seguramente tratarán de resolver los conflictos interpersonales, procurando que sean los demás quienes cambien sus ideas, forma de ser, conducta.

En la vida diaria, quienes comienzan por los problemas más difíciles, están en condiciones de usar su voluntad y disciplina, para observarse y mejorar lo mejorable.

Tenemos que reconocer que contamos con más recursos y posibilidades para corregir errores propios que para corregir errores ajenos.

Convengamos en que es muy difícil ver los errores propios; por eso muchos lo postergan hasta la vejez.

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12 comentarios:

Maristela dijo...

Me doy cuenta de que lo más conveniente para mí sería quitarme de encima primero, los problemas que más me pesan (aunque no necesariamente esos son los más difíciles). Sin embargo elijo un orden poco claro para mí. El orden creo que lo voy eligiendo de acuerdo a la oportunidad.

Leopoldo dijo...

Perdón. Los problemas no están dentro mío. Son los problemas que me causan los otros y este país que no sirve para nada. Yo no tengo que arreglar nada, y los otros no van a molestarse; así que lo mejor es no preocuparse por esas cosas.

Rulo dijo...

Ese Leopoldo anda desonorteado.

Martín dijo...

Mi vieja no se dio cuenta de que ya dejé la moña y que mis problemas me pertenecen.

Lautaro dijo...

Los problemas tienen un orden lógico y descubrirlo hace que su solución sea más sencilla.
Las mujeres quieren solucionar todo a la vez. Están enfrentando un problema y al mismo tiempo pensando en el otro que se les va a venir.
La disciplina mental es necesaria, la clave está en el orden; una cosa por vez y primero lo primero.

Germán dijo...

Antes mis problemas eran sólo míos. Ahora involucran a mi familia.

Facundo Negri dijo...

Tengo 50 años. Ya cambiar no voy a cambiar.

Sandra39 dijo...

Es imposible no cambiar, el cambio es permanente, no se detiene. Nuestra difícil tarea es orientarlo para el lado que queremos (dentro de lo que es posible).

Roque dijo...

Ya que postergué mis errores hasta la vejez, postergarlos un poquito más no va a matar a nadie.

López dijo...

Si los problemas fáciles me hacen entrar en calor, ya cuando encaro los difíciles empiezo caliente.

Sergio dijo...

Nunca pude resolver un problema de matemática por la noche.
A la mañana lo intento con más ahínco.

Tertuliano dijo...

Me aconsejaron que resuelva los problemas de a uno; uno por vez. El tema está en que si soluciono uno, hay otros tres que ya quedan a medio resolver y al mismo tiempo surgen dos nuevos. De todos modos yo puedo ser indiferente a esos movimientos y pasar al segundo problema, pero no podré evitar que todo siga desorganizándose, porque llegado ese momento, resulta que el segundo problema ya estaba a medio resolver y cuando lo termino de resolver surgen tres nuevos que se relacionan directamente al problema cuatro y no al problema tres. Pero como no combiene alterar el orden que uno se había propuesto de manera estratégica, mejor es hacer de cuenta que no pasa nada y continuar con el número tres, aunque este problema ya haya desaparecido, pero es necesario confirmarlo primero, para luego pasar al problema cuatro y sus adyacentes.