domingo, 27 de septiembre de 2009

El árabe

Desde hacía varios días un auto grande con vidrios oscuros permanecía estacionado en la misma esquina de Duvimioso Barca y El Trigal.

Al cuarto día se integró al paisaje y los vecinos dejaron de verlo.

Los vagabundos que dormían a cielo abierto retomaron los temas habituales sobre hechos de sus vidas que nunca se cansarían de repetir para conservar fresca la heroica existencia que hacía mucho perdieron para siempre.

La conversación cambió cuando se reintegró el famoso árabe luego de haber sido intervenido quirúrgicamente para suturar las heridas sufridas en un confuso accidente.

Llegó cargado de anécdotas que sólo las altas dosis de alcohol podían volver creíbles en el desmerecido auditorio.

Confiando en sus compañeros, contó cómo había logrado terminar con el trabajo que su alma le había encomendado matando al hijo del abogado que había matado a su único hijo y familiar.

Los compañeros escuchaban con la mente en permanente cerrazón cómo el árabe había calculado obsesivamente los diferentes planes para cumplir su venganza.

En total eran cinco planes ordenados del tal forma que si fallaba el principal, rápidamente sería sustituido por el segundo y así hasta lograr el único objetivo de su vida.

Luego de cumplir su venganza, escapó por milagro a los guardaespaldas del muchacho muerto, pero ahora su vida se había llenado de paz. Aquella capacidad para urdir un plan infalible lo alentó a cambiar de vida y en pocos días dejaría de vivir en la calle.

A la mañana siguiente estaban sus pertenencias pero no él, unos días después un policía lo buscaba y una semana después el auto negro también desapareció.

La historia del árabe se integró al menú de leyendas infinitamente repetidas.

Cuando algún integrante contaba algo difícil de creer, los otros protestaban «¡termina ya con tus arabescos!»

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12 comentarios:

Marysol dijo...

Y todo queda planteado como para que cada uno rellene los huecos de información como le parezca mejor. Es un puzzle al que le faltan algunas piezas.

Adela dijo...

No es justo que nos deje sin saber qué función cumplía el auto que estaba estacionado!

Mª Eugenia dijo...

¿Qué hacían los guardaespaldas del muchacho trabajando después de su muerte?

Lucía dijo...

Suena raro que la venganza engendre paz.

Lucio dijo...

Lo más difícil de creer es el cambio de vida del árabe.

Morgana dijo...

hay que aprender del árabe para tener siempre un plan B

Canducha dijo...

Para mí que el auto negro desapareció porque lo robaron, no tiene nada que ver con la historia.

Serafina dijo...

Los logros nos alientan, aunque sean un poco oscuros.

Godofredo dijo...

La única calle Duvimioso que hay, se apellida Terra.

Sandra dijo...

Después de que el árabe descargó las anécdotas se sintió mucho más liviano.

Maribel dijo...

Hace un mes que tengo estacionado un auto ruinoso frente a casa y nunca dejo de verlo!

Anibal Cardozo dijo...

Este relato tiene un perfil policial pero es demasiado sofisticado para el gran público.

Adela y Canducha, ustedes no están para esto. Las voy a asesorar:

El auto misterioso apareció después del crimen ocupado por gente que buscaba al criminal.

Cuando apareció el árabe, lo mataron pero siguieron ahí para desvincular este otro crimen con el propietario del vehículo. Se quedaron para disimular, mostrándose para que la policía no sospechara.

Entendieron o nos juntamos para tomar un café?