viernes, 7 de agosto de 2009

La Naturaleza y yo somos amigos

Esas difíciles preguntas sobre el origen del Universo o la razón por la que nací y a dónde van el Universo y yo cuando me muera, han sido una pesadilla para todas las generaciones de todos los territorios.

Me animaría a decir que traemos esas preguntas «de fábrica». Si fuéramos una computadora, ése sería nuestro «programa preinstalado».

Para resolver la molestia que se nos genera por la falta de respuestas confiables, hemos inventados historias, leyendas, mitos, que de una manera razonable, nos permiten creer que las respuestas son tales o cuales.

Muchas respuestas «confiables» se inventaron en la Gracia clásica, que se ubica alrededor de 400 años antes del nacimiento de Jesús de Nazaret.

Les comento una que me convence mucho y que se refiere al Destino.

Según esa leyenda-relato-creencia, existe un orden general, con una cantidad de leyes que regulan todo lo que pasa.

Los movimientos físicos permanentes existen porque la inercia es una ley según la cual «lo que está en movimiento, tiende a seguir en movimiento», o la ley de la gravitación universal por la cual las masas atraen a otras masas, o la ley de la fuerza centrífuga que hace que algo que gira en torno a otro volumen, tienda a alejarse de él y así muchas otras «leyes del movimiento universal».

Y los humanos ¿qué tenemos que ver en todo esto? Pues bien, el Destino determina cómo formamos parte de esos movimientos universales y cómo somos influidos por las formas de reaccionar que tenemos instaladas en nuestra condición humana (atracción, rechazo, curación, defensa, descanso, hambre, y muchas más).

Y agrego lo que justifica toda esta introducción: Tienden a ser más felices los seres humanos que pueden «dejarse llevar» por el Destino, los que no ofrecen resistencia a las leyes naturales, los que con sabiduría y humildad aceptan que «las cosas son como son».

●●●

11 comentarios:

Anahí dijo...

Esto me hace pensar que usted propone una vida salvaje. Seguramente entendí mal.

Daniela Bergeret dijo...

Me da mucha paz cuando puedo decirme a mi misma esa frase que ud menciona: "las cosas son como son" o esta otra: "y bueno, es lo que hay". En determinado momento y en determinadas circunstancias lo más sabio es la aceptación.
Hay otros momentos en que deseo cambiar las cosas, ir por más. Cuando lo que persigo es razonable, ese estado, por decir de algún modo, espiritual, me hace sentir muy bien, tengo la sensación de que avanzo, creo, construyo. En definitiva, las dos actitudes me son necesarias.

Camejo dijo...

La física cuántica tira por la borda esa ilusión de orden.

Alfonso dijo...

Me gustaría que cuando arranco de mañana y me pongo en movimiento, siguiera deslizándome por inercia, pero no es así, a veces seguir adelante y culminar el día se convierte en un ir cuesta arriba interminable.

Laura Ibáñez dijo...

Estoy en pelea con la naturaleza.
Nada más estúpido.
Ninguna esperanza de ganar.

Hugo dijo...

La gravitación universal no funciona con mi masa corporal.

Rulo dijo...

Estoy poseído por fuerzas demoníacas: hay una fuerza centrífuga que me aleja de mi mujer y una fuerza centrípeta ineludible que me atrae a las mujeres de mis amigos!!

Lisandro dijo...

Las leyes naturales son maneras de interpretar la realidad de acuerdo al saber acumulado que poseemos. Cada salto cualitativo de la ciencia traerá nuevas leyes.

el Mesías dijo...

¡Nací para salvaros!
Manga de corruptos.
Mercaderes avaros!

López dijo...

No sé a dónde irá el Universo. No es cosa mía. Sí se donde quiero ir yo cuando me muera. Quiero ir al crematorio, amigos.

Yoel dijo...

Tiene su lógica que Jesús no haya sido el fruto de una unión carnal. Los católicos hablan de la debilidad de la carne y un SALVADOR jamás podría haber nacido de una debilidad.