En mi país (Uruguay) hace años que no se hacen filas porque se ha tecnificado lo suficiente como para que este hecho social haya pasado a la historia.Lo que no se ha tecnificado ha sido la venta de pescado fresco. Efectivamente, siempre que hago esta compra tengo que esperar mi turno pero no es una pérdida de tiempo sino todo lo contrario.
Sin ir más lejos el martes pasado esperaba ser atendido junto a tres ancianos que habían llegado antes que yo.
Ellos hablaban de los ladronzuelos, de los que se aprovechan de un descuido para robar algo, de los que arrebatan una billetera y corren.
En este cónclave improvisado se concluyó que lo mejor era matarlos a todos para que no volvieran a delinquir. Acto seguido, solicitaron su pescado y se retiraron saludando amablemente a los restantes.
Yo también me interesé por el tema pero no me sentí calificado para intervenir aunque pensé para mis adentros.
La peor condena que se le podría aplicar a una persona es cambiarle el nombre.
Si al ladrón llamado Juan José Martínez Pérez se lo condena a llamarse Américo Ricardo González Gómez es probable que nunca más vuelva a robar.
Quizá a usted le parezca algo inefectivo, muy poco disuasivo, pero me temo que se equivoca. Nadie tolera renunciar a su identidad.
Esto se observa más claramente cuando alguien dice que se quiere curar de una enfermedad y los sanadores (médicos, psicólogos) encuentran que el padecimiento es demasiado rebelde.
No es la enfermedad la rebelde, es el paciente que sin saberlo ha convertido a su asma, su alergia, su fobia, su reumatismo en un rasgo que lo identifica.
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8 comentarios:
A veces no sé si usted habla en serio o con ironía.
De todos modos, apelando a mi vena poética, supongo que es cierto que yo no soportaría si fuera condenada a que me llamen de otra forma (aunque firmaré con un seudónimo ... que loca!)
No me joda! pagamos un disparate por un pasaporte falso.
Si robara perdería mi identidad de honesta y eso me daría mucho miedo. Sería abrir una puerta al precipicio. Es lo que tienen los valores; los valores valen porque te convierten en alguien respetable, con acceso al mundo social permitido.
En mi familia todos pertenecen al lado oscuro... Yo quiero zafar, quiero ser alguien. No me queda otra que abandonarlos a todos.
Sólo conozco una parte de mi mismo: mi enfermedad. Si me curo me desconozco.
Ahora me dedico a la docencia del hurto. Mi alumno más destacado, Américo Ricardo González Gómez, ya ha comenzado su primer pasantía.
Mi peor condena fue vivir manteniendo mi nombre. Y no me quejo. ¡Macho, dijo la partera!
Yo renuncié a mi identidad porque ya era intolerable levantar la falda y sacarme el boxer.
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