jueves, 19 de junio de 2008

La piscina-diván

Ya habíamos intercambiado algunas ideas por e-mail pero nunca con la suficiente profundidad y compromiso personal. El hecho es que una tardecita del verano pasado sucedió algo casi mágico. Mi hermana y yo nos pusimos a conversar acostados en sendas colchonetas flotantes en la piscina de la casa de mis padres.

Como es habitual para mí, comenzamos hablando de temas triviales y paulatinamente empezamos a tocar asuntos de familia más y más urticantes.

Ella siempre ha sido muy reservada y en general hablan más sus actos que sus mensajes. Por ejemplo, este lugar paradisíaco donde estábamos fue comprado por ella y regalado a mis padres quienes jamás conocieron en su vida un confort tan alto y sofisticado, pero felizmente son personas que saben adaptarse y utilizan esta gran casa como si hubieran nacido en ella.

Hablamos sobre los secretos de familia, sobre las cosas que yo vi y que nunca me animé a comentar, fuimos más precisos en la opinión que cada uno tenía del otro así como también qué sentíamos por nuestros padres.

Llegamos a la parte más complicada cuando ella me dijo que cada vez se encontraba más cerca de tener sexo con otra mujer porque el recuerdo que tenía de nuestra madre era obsesivamente erótico. Se la notaba muy preocupada por contarle las fantasías homosexuales al hermano pero creo que la animó el que me supiera acostumbrado a escuchar este tipo de comentarios.

Le dije que, sin reparar en lo que opinaran los principales pensadores del psicoanálisis, estaban seguro de que la mujer tiene que ser a lo sumo bisexual pero nunca heterosexual, porque aquella experiencia que pasamos todos de conocer el amor con una mujer, seguramente nos marcaba de igual manera a ambos géneros.

Esto pareció reconfortarla y, lo que es mejor, desde aquel verano para acá hemos tenido mensajes más frecuentes y enriquecedores.

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15 comentarios:

Anónimo dijo...

Bastante jugado esto de decir que todas las mujeres somos lesbianas no?

Anónimo dijo...

El psicoanálisis no es una ciencia exacta.

Anónimo dijo...

A mi siempre me llamó la atención que una chica diga de otra chica que es muy bonita. Entre los varones no decimos ni nos parece que otro varón sea lindo.

Anónimo dijo...

Me resulta tranquilizador que acá se diga genéricamente que las mujeres no deberíamos ser hetero porque a veces me siento bastante angustiada con las ideas que se me vienen.

Anónimo dijo...

¡Cómo desearía algún día poder hablar distendidamente con mi hermano! ¿Qué extraño destino me mantiene alejada de él? Lo quiero pero le temo.

Anónimo dijo...

Me gustaría poder darle un buen pasar a mis viejitos pero mi talento no alcanza ni para resolver mis propios problemas económicos. Soñar no cuesta nada.

Anónimo dijo...

Cuando tenía 11 años me enviaron a vivir en una pensión que tenía un club de futbol en Buenos Aires porque alguien dijo que tenía condiciones. Extrañé, sufrí, tuve frío, pero me devolvieron a los dos años porque mi rendimiento bajó tanto que dejaron de quererme. Ahora le hago mandados a los vecinos por alguna propina que quieran darme.

Anónimo dijo...

Si tuviera una piscina cerca, me metería en ella hasta que la piel se me arrugara como a una viejita. Debo haber sido pez en otra vida. Mi novio dice que fui sirena. ¿No es amoroso?

Anónimo dijo...

El agua caliente es un sitio ideal para hacer psicoterapia. Y si a las piscinas le agregamos caballos para equinoterapia, estamos en el super-glamour.

Anónimo dijo...

No todos los hermanos son como los del relato. Muchas veces me he arrepentido por ser tan confidente.

Anónimo dijo...

Me gustan las mujeres pero trato de no pensar en eso porque no quiero agregarme más problemas y parece que si no pensás alejás las cosas.

Anónimo dijo...

No podría comentarle una cosa así a mi hermano porque él ni siquiera permitiría que se lo dijera. Cuando le cuento algo con lo que él no está de acuerdo se pone violento y me tapa a gritos.

Anónimo dijo...

Nunca entendí a las personas que no son capaces de apreciar la belleza de su propio sexo.

Anónimo dijo...

Mi primer experiencia fue con otra chica. En aquel momento me sentí culpable por todo lo negativo que se decía en mi entorno con respecto a la homosexualidad. Ahora, viéndolo en perspectiva, siento que fue tan placentero, intenso, tierno y exitante como las otras experiencias heterosexuales que vinieron después.

Anónimo dijo...

A mi me gustan las chicas pero no tengo un recuerdo erótico de mi madre, creo que tuve una educación muy represiva en ese sentido.