Este
artículo intenta cambiar el punto de vista más frecuente sobre los errores
ortográficos, de sintaxis o morfológicos, con especial hincapié en las redes
sociales.
Lo que procuro es relativizar
la gravedad de lo que ocurre. Intento desdramatizar, quitar el tono escandaloso
del hecho.
Nos encontramos con esos
errores gramaticales porque ahora escriben públicamente personas que antes no
podían hacerlo.
La democratización de los medios
de comunicación permite que cualquiera participe con una idea que será leída
por millones de personas.
Es probable que siempre haya
existido un 80% de usuarios del lenguaje que solo estaban interesados en
expresarse oralmente. Cuando accedieron a la posibilidad de expresarse en forma
escrita, el texto fue fonético (aber, abisar, yamar). En este caso, hacer,
haser, aser, azer, hazer, y demás posibilidad, son todas opciones válidas,
aunque solo la primera está bien escrita.
En suma: los errores ortográficos no son un
defecto, ni del sistema educativo ni de las nuevas generaciones sino que,
simplemente, la abrumadora mayoría nunca estuvo interesada en aprender la
escritura correcta sino que solo aspira a replicar el sonido de las palabras,
hecho lo cual, tenemos que reconocer que lo que escriben se entiende sin
dificultad.
Quizá sean los errores de
sintaxis los que más dificultades de comprensión provocan. Es frecuente en
Facebook que alguien ponga un comentario que dice: «Estoy de acuerdo»,
con lo cual nadie puede enterarse con qué está de acuerdo, si con el comentario
anterior, si con el post que originó los comentarios o con algo en particular
que solo él sabe.
Me animo a decir que los errores gramaticales no son importantes por
varios motivos:
1) Lo más importante es que alguien opine suscribiendo su opinión. Los
dichos anónimos envilecen la comunicación, pero opinar responsablemente nos
enriquece a todos;
2) Lo más importante es que se entienda lo que el autor intentó decir.
La corrección gramatical es exigible en otros ámbitos, pero es superflua en una
red social;
3) El idioma castellano es realmente difícil de conocer bien. Hasta los
más eruditos en el tema, dudan, se equivocan, son ambiguos. A veces se
requieren múltiples relecturas para disminuir la cantidad de errores. También
hace falta que otros lean para ver si entienden, pues el autor suele no darse
cuenta cómo los demás interpretan lo que él quiso trasmitir. En otras palabras:
para escribir en castellano con apego a la norma requiere una especialización,
inaccesible para quienes se dedican a otros intereses;
4) Lo más importante es esto: que los lectores no crean que un texto con
error ortográfico evidencia errores conceptuales. Por ejemplo: «El arrós
(debería decir ‘arroz’) no puede cosecharse bajo lluvia», donde encontramos un
error ortográfico en la palabra ‘arrós’ pero no un error conceptual en las
condiciones de la cosecha.
(Este es el Artículo Nº 2.194)
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