domingo, 6 de abril de 2014

La tenencia responsable del planeta


Un artista, famoso por sus ocurrencias transformadoras de la cultura, entendió que podía crear una obra de arte imposible de superar.

Para eso reunió a todos sus colaboradores en un estadio abandonado, erigió un gran andamio, clavando cuatro tablones formó una caja rectangular en el piso, trajo a varios obreros de la construcción y un camión preparador de concreto, volcó la mezcla en la caja, se subió al andamio y, cuando el material aun estaba blando, trazó su firma utilizando una vara larga a modo de lapicera.

Eso fue todo. Los colaboradores y algunos curiosos se fueron decepcionados, pero a la salida del estadio se le entregó a cada uno un permiso para volver a entrar en el plazo de una semana.

Más de la mitad volvieron y fue entonces cuando el artista, valiéndose de un megáfono, les dijo que si alguien quería dejar de ser un inquilino del planeta para convertirse en propietario, tendría que pagarle a él mil dólares.

Cuando la noticia salió a la prensa, muchos psicoanalistas reaccionaron y pusieron el grito en el cielo denunciando una estafa, pero unos pocos dijeron que esa podría tratarse de una obra de arte conceptual, en la que lo importante no era el estadio, ni la firma, ni el título de copropiedad del planeta, sino la sensación de elevada autoestima que adquirirían los compradores de esos títulos de propiedad emitidos por el artista.

A partir de esta polémica llegaron los primeros compradores.

Durante varios años siguieron apareciendo interesados en comprar acciones a mil dólares, porque eran intransferibles: nadie podía poseer el planeta si no pagaba por él, los títulos no eran heredables porque el comprador original seguiría en el planeta aun después de la muerte.

Con los años, los primeros compradores del planeta se convirtieron en personas que actuaron con notoria seguridad en sí mismos, hicieron grandes aportes a SU planeta, pero las acciones no pudieron seguir vendiéndose cuando el artista murió porque una idea esencial en esta mega obra era que la tenencia del planeta nunca podía ejercerse con afán de lucro.

Según afirmaciones del propio artista, lo importante en toda esta movida artística era apropiarse del planeta para responsabilizarse de él, no para explotarlo.

(Este es el Artículo Nº 2.188)


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