Un
artista, famoso por sus ocurrencias transformadoras de la cultura, entendió que
podía crear una obra de arte imposible de superar.
Para
eso reunió a todos sus colaboradores en un estadio abandonado, erigió un gran
andamio, clavando cuatro tablones formó una caja rectangular en el piso, trajo
a varios obreros de la construcción y un camión preparador de concreto, volcó
la mezcla en la caja, se subió al andamio y, cuando el material aun estaba
blando, trazó su firma utilizando una vara larga a modo de lapicera.
Eso
fue todo. Los colaboradores y algunos curiosos se fueron decepcionados, pero a
la salida del estadio se le entregó a cada uno un permiso para volver a entrar
en el plazo de una semana.
Más
de la mitad volvieron y fue entonces cuando el artista, valiéndose de un
megáfono, les dijo que si alguien quería dejar de ser un inquilino del planeta
para convertirse en propietario, tendría que pagarle a él mil dólares.
Cuando
la noticia salió a la prensa, muchos psicoanalistas reaccionaron y pusieron el
grito en el cielo denunciando una estafa, pero unos pocos dijeron que esa
podría tratarse de una obra de arte conceptual, en la que lo importante no era
el estadio, ni la firma, ni el título de copropiedad del planeta, sino la
sensación de elevada autoestima que adquirirían los compradores de esos títulos
de propiedad emitidos por el artista.
A
partir de esta polémica llegaron los primeros compradores.
Durante
varios años siguieron apareciendo interesados en comprar acciones a mil
dólares, porque eran intransferibles: nadie podía poseer el planeta si no
pagaba por él, los títulos no eran heredables porque el comprador original
seguiría en el planeta aun después de la muerte.
Con
los años, los primeros compradores del planeta se convirtieron en personas que
actuaron con notoria seguridad en sí mismos, hicieron grandes aportes a SU
planeta, pero las acciones no pudieron seguir vendiéndose cuando el artista
murió porque una idea esencial en esta mega obra era que la tenencia del
planeta nunca podía ejercerse con afán de lucro.
Según
afirmaciones del propio artista, lo importante en toda esta movida artística
era apropiarse del planeta para responsabilizarse de él, no para explotarlo.
(Este es el Artículo Nº 2.188)
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