miércoles, 23 de abril de 2014

El miedo a lo deseado



 
Les comento algunos argumentos sobre por qué alguien que toma excesivas precauciones para no padecer algunos eventos desafortunados, en el fondo desearía que ocurriera lo que pretende evitar.

Como siempre tendemos a suponer que nuestra conducta es coherente con la lógica o que nuestra psiquis está alineada con el sentido común, suponemos que sería imposible desear lo mismo que nos atemoriza.

Todo hace suponer que no, que nuestros temores pueden ser deseos inconfesables, ilógicos, vergonzosos.

En el video les comento el caso de quienes tienen miedo a los ladrones, comentando que ese temor, que nos lleva a convertir nuestra casa en un bunker, tiene como contracara inconsciente desear sentirnos poseedores de objetos apetecidos para alguien, aunque este sea un ladrón.

Otro motivo estimulante del deseo es el de entrar dentro de las estadísticas más populares, pues ¿quién no ha sido robado en estos últimos tiempos?

También agregaba que ser víctima es otra forma de protagonismo, interesante para más de uno que toma mil precauciones para impedir la entrada de ladrones, pero que, cuando se va de vacaciones, se enteran hasta los vecinos más lejanos.

Sería grato sufrir esas peripecias para poder tener tema de conversación por mucho tiempo, para tener una anécdota con la que podamos atraer la atención en las próximas cincuenta reuniones familiares o con amigos.

Si los gobernantes pertenecen a una opción política de la que no somos votantes, el placer es aun mayor pues podremos despotricar contra su ineficacia en la seguridad ciudadana, aprovechando la situación para idealizar una vez más la supuesta pericia de nuestros candidatos.

Como en lo más recóndito de nuestra mente, cada varón fue un guerrero hace cientos de generaciones, el robo nos permitirá justificar los gastos, preparativos y acciones de control de toda la familia, la que quedará sometida a un estado de sitio impuesto por el samurái de la casa.

A partir de esa experiencia desafortunada, en la mente del gladiador se pondrán en marcha imaginarias precauciones, estrategias, combates heroicos, presenciados por los ojos azorados de las mujeres y de los niños de la familia, que no podrán creer el valor de aquel buen padre que parecía tan pacífico...mientras nadie lo molestara demasiado.

Estos son algunos argumentos sobre por qué alguien, que toma excesiva protecciones para evitar la acción de los intrusos, en el fondo desearía que existiera algún incidente que pusiera en juego toda esa filmografía.

(Este es el Artículo Nº 2.205)

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