domingo, 11 de diciembre de 2011

Walter y Mariana

Se habían mirado sin llamarse la atención hasta que las vueltas de la vida hicieron que se encontraran a once mil kilómetros de distancia como compañeros de clase.

Ahí se enteraron que amaban el cine, que habían visto varias veces muchas películas y para enterarse de todo eso, consumieron varios cafés en el bar universitario.

En el baile de «Bienvenida a los nuevos estudiantes» algo causó un shock en el cerebro de Walter que hubiera desintegrado cualquier electroencefalógrafo: Mariana no usaba sostén.

Ella demostraba intereses solo por estudiar, aprender a dirigir filmaciones, saberlo todo sobre «el séptimo arte».

Él parecía no tener ningún interés en estudiar nada que no fuera el cuerpo de Mariana, sus gestos, los gustos, las opiniones.

Fui analista de ella y puedo decirles que ardía de deseos por Walter, pero algo de su instinto le decía que debía aparentar desinterés.

Cuando en las vacaciones de invierno volvieron al país de nacimiento, él sólo quería tener a Mariana para siempre, en exclusividad, que nadie la mirara.

Estos antecedentes culminaron cuando ella, aparentando un descuido, permitió que él le tocara la piel de los senos.

Todo este deseo tan intenso decayó a los pocos años del casamiento.

En la última película que filmaron juntos, él desató hacia ella todas las maldades que se pueden hacer dos personas que se amaron intensamente.

Ella no podía creer que Walter fuera tan irónico y agresivo para señalarle, delante de todos, algunos errores de actuación de ella.

Finalmente la película se estrenó y tuvo un éxito moderado. Sin embargo, Mariana, con una creatividad que la sorprendió, creó una película diferente combinando de otra manera los fragmentos ya filmados.

El éxito de esta nueva película fue similar al éxito de la película de Walter y él no pudo creer o aceptar que ella lo igualara.

Como nadie sabe qué pasa por la cabeza de las personas, quedará en el misterio por qué él viajó a la ciudad donde se conocieron y se descerrajó un tiro en la boca sentado a la misma mesa donde tomaron aquellos cafés.

La bala no detonó, volvió desesperado a reconciliarse con Mariana, pero algo del instinto de ella había dicho «nunca más».

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12 comentarios:

Daniel dijo...

Es curioso como en determinados momentos alguien que nos resulta invisible, de pronto luego, en otras circunstancias puede transformarse en alguien importante en nuestra vida.

Marta dijo...

Esas situaciones son muy comunes. En cada momento de la vida buscamos cosas diferentes.

Hugo dijo...

Quizás Walter no llegó a amar nunca a Mariana, de pronto deseaba tener pareja, que no es lo mismo.

Óscar dijo...

El deseo de exclusividad forma parte (la mayoría de las veces) del amor humano, cuando de parejas se trata. Difícil zafar de ese sentimiento.

Rogelio dijo...

La propia inseguridad hace sentir que uno tiene muchos competidores a los que uno nunca podría llegar a ganar.

Lucas dijo...

Quisiera saber qué opina de todo esto el psicoanalista de Walter.

Rulo dijo...

La competencia dentro de la pareja termina pudriendo todo.

Irene dijo...

Walter controlaba a Mariana y cuando ella logra hacer por sí misma algo de buen nivel él no lo puede aceptar. No puede creer que ella haga algo con todo lo que él ya antes había desechado.

Valeria dijo...

Es increíble como todas las historias de amor tienen algún punto en común.

Andrés dijo...

Es una paradoja que Walter no valorara a Mariana y al mismo tiempo fuera tan dependiente de ella.

Osvaldo dijo...

Que ella aparentara frente a él cosas distintas de las que en realidad sentía, no es para mí, un buen pronóstico.

Horacio dijo...

Él miedo a quedarse solo te lleva a elegir mal.