domingo, 4 de diciembre de 2011

Leonor, ni se calla ni se va

Con científica precisión, Leonor dedicó sus últimos meses de vida a convencer a Dagoberto de que se consiguiera una mujer que continuara cuidándolo como había hecho ella hasta que las piernas se negaron a caminar y los brazos se negaron a casi todo.

Dagoberto, con cuarenta y nueve años, ya tenía olor a soltero y con esto no estoy haciendo ninguna metáfora.

Leonor se comunicaba por teléfono con muchas mujeres que pensaban como ella y que también buscaban soluciones para Bercho (apodo familiar de Dagoberto).

Cuando Leonor cursaba el último mes de existencia, encontró la solución: Una muchacha cuya edad se calculaba en unos treinta años, tenía que irse de su casa y hasta de la ciudad, pero no por culpa de ella sino por una compleja situación, de esas que sólo pueden ocurrir en parajes donde los conflictos hierven en la hoguera de una febril imaginación que llega a los villorrios huyendo de las grandes ciudades.

En un par de semanas llegó la extraditada para cambiar unas pocas frases con Leonor antes de que falleciera.

Alicia tenía pelo rubio opaco y pajizo, labios gruesos, piel blanca, seca y calcinada por el sol, dientes fuertes y cortos, complexión delgada, piernas con rodillas grandes y pies largos.

Las manos eran un capítulo aparte por su tamaño, fortaleza y callos muy marcados de tanto ordeñar.

Rápidamente tomó el control de las tareas de la casa al mismo tiempo que Dagoberto comenzó su plan de educarla, embellecerla, suavizarle las manos, ampliarle el vocabulario.

En la primera lección sobre cómo vestirse, caminar y saludar, Alicia lo miró con un gesto desconcertante. Bercho no supo si estaba impresionada o asustada.

La segunda lección fue sobre lenguaje y se vio interrumpida porque ella se durmió.

El «profesor», ofendido, le recriminó esa falta de consideración, a lo que ella respondió:

— No te hagas el Pigmalión conmigo porque fui poseída por el espíritu de Leonor y ahora soy tu madre.

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7 comentarios:

Leda dijo...

No se puede hacer un cuento corto con ese argumento. En este planteo ud tiene muchas cosas que decir, y no es justo ni para ud mismo, ni para el lector, quedarse con las ganas. Esta es una historia para disfrutar con lentitud, bajo la sombra de una parra, con un refresco y repelente.
Así que no se haga el Pigmalión y tómese su tiempo.

Lucrecia dijo...

Al hombre sólo le servían las madres o las hijas. Las compañeras lejos de casa.

Alicia dijo...

Dagoberto me estaba diciendo que "la calor" está mal, que se dice no sé como, cuando entré a ver unas hormiguitas que subían por su zapato derecho, seguían por el tobillo blanco sin media y desaparecían ocultas por el pantalón. Resulta que cuando quise acordar yo era una de esas hormiguitas y llevaba un farol a mantilla que levantaba muy alto, para que mis compañeras pudieran ver. Avanzábamos temblorozas y teníamos tanto calor que a cada rato estábamos secándonos la frente con el dorso de la mano. Sentí un ruido raro y ordené a todas que pararan. Escuchamos y lo que oímos fue la música de la banda municipal donde toca Lito, que venía bien de lejos, bien chiquitita la música. Y nos dio sueño, así que nos dormimos sintiéndonos todas en paz y muy amigas unas de las otras... hasta que llegó el agua. Nos despertamos con una luz fuertísima y el ruido del agua cuando golpeaba en el piso del duchero. Dagoberto se pasó jabón en la pierna, entonces yo y la Negra quedamos pegadas a la barra, que tenía un olor insoportable a rosas falsas. Cuando el jabón fue hacia el pecho yo quedé prendida de un pelito, y no sé qué fue de la Negra. Después el muy bestia me arrancó de donde estaba -tratando con tanta dificultad de respirar y recuperarme- me miró frunciendo los ojos y con una torpeza tremenda me dejó apoyada en la banderola, toda empapada, sola y sin saber a donde ir.

Ma. Eugenia dijo...

Dagoberto sufría de alguna discapacidad severa?

Luli dijo...

A la señora que hace de Leonor y que aparece en la foto, yo la vi en algún lado, sí, sí. Es un deja vu de una vida pasada; es más, estoy casi segura de que fue mi tía en la época que yo había ganado una beca para estudiar en Oxford.

Joaquín dijo...

Siempre amaremos a una mujer que representará a nuestra madre. Cuál es el problema.

Noelia dijo...

Ya me imagino a ese Dagoberto, un tipo insoportable.