Nuestra fantasía puede convencernos de que todo ocurre o no ocurre por causa de nuestros personales procesos mentales.
Si cuando camino por la playa libero mi fantasía e imagino que desde el horizonte se aproximará velozmente una ola gigantesca que nos matará a quienes estemos cerca de la costa, puedo llegar a pensar que si eso no ocurre es porque tuve la idea, la imaginación y el temor.
Si mi esposa comienza a mirar por la ventana porque nuestro hijo de 26 años aún no llegó con la moto Kawasaki 1.000 cc que le regalé por haber salvado el primer examen de abogacía, seguramente se convencerá de que si el pequeñuelo aparece sin un rasguño y con el celular apagado porque olvidó encenderlo, la milagrosa aparición ocurrió porque ella se puso nerviosa, porque me recriminó todo el tiempo el mencionado regalo y porque su alegría de recuperar al hijo que imaginó aplastado por un bus, la demostró regañándolo con la furia que se merecieron los generales hitlerianos.
Estos dos ejemplos son suficientes para describir a qué me estoy refiriendo.
El cerebro, no sólo tiene severas dificultades para percibir el entorno sino que es particularmente alocado a la hora de establecer cadenas causales («esto está causado por esto otro»).
Cuando alguien se convence de su personal cadena causal, organizará su vida repitiendo la rutina que aprendió por experiencia.
Las personas con mayor apego a estas creencias también suelen poseer un elevado sentido de responsabilidad.
En este caso, andarán por la vida bendiciendo, santiguando, exorcizando la inmensa cantidad de peligros que corremos por el solo hecho de estar vivos.
La convicción de que su pensamiento realiza proezas, no solo le impone las obligaciones inherentes a tan altas posibilidades, sino que se sentirá un ser maravilloso, omnipotente, con derecho al autoritarismo.
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10 comentarios:
Las cadenas causales que nos armamos son muy personales. Están formadas por los eslabones que poseemos; los que nos faltan quedarán afuera aunque sean los más adecuados.
Mis premoniciones son buenas. Para los demás es fácil; sólo tienen que seguirme.
Terminé la escuela pensando que era un buen estudiante, ya que nunca había repetido un año. Después me enteré de que el pequeño colegio al que concurría estaba en bancarrota.
Es inevitable establecer cadenas causales porque son ellas las que nos permiten comprender -a nuestro modo- el mundo. Y como esas cadenas causales siempre son incompletas y defectuosas, dan lugar a los malentendidos. Lo que uno dijo o hizo, es interpretado por el otro a su manera.
Así que cuando cantan esa canción tan conocida "A mi manera", están dando a entender que son pocos los que viven la vida a su manera, cuando en realidad no hay otra forma posible de vivirla.
Recibimos castigos por nuestro mal comportamiento y por eso no nos cuesta nada suponer que la naturaleza también nos castiga por nuestras inconductas.
Está lleno de gente que te dice que no existe la casualidad sino la causalidad. Entonces resulta que los encuentros nunca son fortuitos, que no hay mal que por bien no venga, y que el que las hace las paga. Muchos son más felices imaginando las cosas de esa manera. Yo pienso que están equivocados.
Quienes son poco amigos de la razón y simpatizantes de la magia, se deslizan por los carriles alocados de la creencia.
Siendo completamente razonables también nos equivocamos. A veces creemos demasiado en el esfuerzo. Es razonable creer que con esfuerzo se logran las cosas. Pero no siempre alcanza el esfuerzo; eso sería suponer que nuestras capacidades son ilimitadas.
Siempre tuve la idea de que siendo previsor difícilmente tendría accidentes. Con el tiempo la realidad demostró ser tan basta y variada, que pude comprender las enormes limitaciones de mi capacidad previsora.
Tengo un montón de cávalas, y a veces no sé hasta que punto me las tomo en serio o en broma. Espero que no se conviertan en rituales, eso me esclavizaría bastante.
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