martes, 25 de octubre de 2011

¡Cuidado, estalló la paz!

Las personas que dependen de conservar las necesidades y los deseos, combaten activamente toda solución o satisfacción, en defensa propia.

Mariana es una mujer noble, educada, trabajadora y desconforme. Casi nunca está contenta y lo primero que ve es «el medio vaso vacío».

José es un hombre tranquilo, resistente, acostumbrado a trabajar, complacer, proveer y quiere a Mariana.

El gran desvelo de José es lograr que ella exprese algún grado de conformidad duradero.

Cuando la oye quejarse, protestar, criticar, automáticamente acuden a la mente de José una cantidad de argumentos de por qué lo que ella dice «no es incorrecto, pero tampoco es para tanto».

Él se especializa en relativizar las trágicas ineficiencias del ser humano, de la sociedad y de la naturaleza, que ella señala, denuncia, critica y parece que siempre está pronta a romper todo para rehacerlo bien de una vez por todas.

En más de doce años, el único resultado de su empeño ha sido lograr que ella duplicara la apuesta. Cualquier intento de calmarla, de edulcorar sus opiniones corrosivas, sólo ha logrado exacerbarla más y más, hasta que él decide salir a caminar, aunque sea de noche y esté lloviendo.

Les he comentado (1) que las personas podemos funcionar según dos criterios:

— Tratar de saciar las necesidades y deseos; o
— Trabajar para que nunca nos falten ni las necesidades ni los deseos.

Esta última opción es tan opuesta al sentido común, que sus partidarios ni están enterados de que viven disgustados porque esa es su forma de mantenerse activos, vivaces, sanos.

Para estas personas, toda solución es un problema y toda saciedad es una amenaza.

Si hace doce años que conviven en este modelo, lo recomendable sería que José continúe tratando de calmarla inútilmente sin abandonar sus paseos catárticos (tranquilizadores, refrescantes, descompresores).

(1) La escasez como fuente de vida

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11 comentarios:

Iris dijo...

Cuántas veces sucede que estamos haciendo las cosas bien, de modo casi inmejorable, y sin embargo pensamos que somos un fracaso.
Digo esto porque en el relato llegamos a la conclusión de que José no tiene motivos para modificar su conducta. A veces es necesario que te lo haga notar alguien de afuera.

Oriente dijo...

El que trata que nunca le falten las necesidades y deseos hace doble trabajo, porque busca satisfacerlos y a la vez procurárselos.

Verónica dijo...

Algunas personas tienen un sentido trágico de la vida. Para otras, vivir la vida tiene un cariz heroico. Están también los que no se toman casi nada en serio.
Supongo que cambiar estas concepciones debe ser muy complicado, además, ninguna es del todo mala o del todo buena. Todas tienen sus pro y sus contras. De pronto si no existieran personas como Mariana, que centran su atención en la denuncia, cambiar para bien, nos costaría demasiado.

López dijo...

Cuando estalle la paz, lo primero que haremos todos, será dormir una reparadora siesta.

Elbio dijo...

Están aquellos a los que ninguna solución termina de conformarlos. Por suerte son los menos. Esperemos que estos desconformes se enfoquen en seguir buscando y no se dediquen a la infertilidad de la queja.

Marcia dijo...

Mi hermano se lleva el medio vaso lleno y yo el medio vaso vacío. La cuestión es que siempre nos peleamos por el mismo vaso.

Cacho dijo...

José es un hombre... que tiene las tales pelotas!!

Luis dijo...

Criticar es uno de los placeres humanos. Mientras lo hacemos vivimos la ilusión de que nosotros seríamos capaces de hacerlo mejor.

Anónimo dijo...

Algunos hombres, esos que centran todo en su virilidad y en si mismos, creen que mujeres como Mariana lo único que necesitan es estar bien cogidas.

Gabriela dijo...

Si se rompe todo, hay que vover a construir desde cero. Eso en realidad no es posible, porque el pasado se acumula como experiencia.
Quien rompa todo, debería tener en cuenta que lo nuevo llevará siempre la marca de lo viejo.

Caputo dijo...

Los que se ahogan en un vaso de agua, viven de sobresalto en sobresalto. Y lo que los estimula, precisamente, es tanto salto.