sábado, 1 de octubre de 2011

Vivir es insólito

La muerte no es algo que le ocurre a la vida sino que es la vida la extraordinaria, rara, excepcional.

Un grupo de turistas recorrían el zoológico poblado por las más exóticas especies.

En este caso, un grupo de turistas japoneses se detuvo extrañado ante una jaula donde dormía un perro común y corriente.

A los guías turísticos siempre le preguntaban por qué un animal que se lo encuentra suelto en cualquier lugar estaba ahí encerrado como si fuera una fiera. Por eso explican casi mecánicamente: se trata de una especie de perros con dos cabezas. Este ejemplar es una rareza porque tiene una sola.

La anécdota precedente cumple dos funciones:

— Tranquilizarme porque la muerte me pone muy nervioso, y

— Comentarles una teoría que se parece bastante a la historia del zoológico.

Efectivamente, la vida es un fenómeno excepcional, raro, escaso (como el perro digno de exhibición porque tenía una sola cabeza). Lo normal y absolutamente mayoritario es la muerte, lo inerte, lo inanimado.

Los humanos somos seres vivos que poseemos la reflexión, esto es, la posibilidad de vernos a nosotros mismos.

Se juntan en nuestro intelecto esa autoobservación y el fuerte deseo de conservar la vida.

Nos vemos actuar y por eso creemos que la vida es un fenómeno dominante aunque en realidad estamos escapados de la muerte, de lo inerte, de lo inorgánico.

Si vamos al caso, estar vivos es algo insólito.

La normalidad, lo más lógico, lo que ocurre en mayor medida con cada una de las sustancias que conforman nuestro cuerpo (sodio, carbono, agua), es que pertenezcan al reino mineral y no al reino animal (o vegetal).

Nuestra existencia es como el extraño perro que parecía normal, es decir, parece normal que estemos vivos aunque realmente es rarísimo, extraordinario y, para los creyentes, milagroso.

●●●

12 comentarios:

Carolina dijo...

"estamos escapados de la muerte"... me gusta esa frase, Doc.

Gabriela dijo...

Muy bueno el artículo.

Tiago dijo...

Por eso cualquier bacteria que se encuentre en otro planeta, será una maravilla. Es un cachito de vida en medio de la inmensa quietud.

Verónica dijo...

Ese perro con dos cabezas se ve extrañamente armonioso. Me llama la atención que veamos con tanta naturalidad a los perros que tienen una sola.

Joe Blak dijo...

Es así como ud dice. La muerte es mayoría. Aquí se sentirá reconfortado. Experimentará por vez primera lo que es estar afiliado a un equipo grande.

Rulo dijo...

Joe es Manya!!!

Jacques dijo...

Los humanos somos seres vivos que accedemos al Estadio del Espejo.

sólo un hincha dijo...

Dónde van a construir ese estadio!? ... Es cierto, hay que ser hombre para experimentar ciertas cosas. Un perro no podría disfrutarlo... el fervor, las vengalas, las banderas, las serpentinas... ese clima festivo que nos hermana a todos, que revela nuestra esencia charrúa... Sí, ningún nombre mejor para un estadio que el de "Espejo". Allí nos revelamos como pueblo en nuestras luces y sombras. En ese espejo nos vemos a nosotros mismos. Es el azul celeste que nos identifica... Somos pueblo!... Uruguayos! Somos uruguayos!!

Mabel dijo...

Están pasados de fútbol...

Chapita dijo...

A veces no me doy cuenta que quiero conservar mi vida, y a veces sí. Por eso tengo épocas que no tomo los medicamentos. Porque creo que le hacen mal a mi vida. Que se meten en mi cuerpo queriendo ayudarlo... pero uno nunca sabe. Y cuando me pongo loco, otra vez a tomar las pastillas. Me pone triste. No quiero que me hagan daño porque quiero vivir. Y no quiero vivir si se llevan mi cabeza.

Mandril Guía dijo...

En el zoológico de los mandriles hay una especie de humanos muy populares entre los mandrilitos. Ya saben que estamos cansados de pedirles que no les saquen fotos. A ellos las fotos no les gustan. Pero así son los pequeños; se dejan llevar por sus impulsos.
No está demás decirles que me refiero a la especie humanis topadora. Como ustedes saben, se caracterizan por imponer su voluntad haciendo gala de una fuerza extraordinaria. Tienen una particular forma de comunicarse entre sí, que incluye la capacidad de oir sin escuchar. Creen firmemente en sus razones y jamás dejan un espacio a la duda, sobre todo cuando se trata de defender posiciones territoriales, esas a las que ellos llaman cargos de confianza. Son particularmente astutos para mentir, aún eludiendo emitir palabra alguna. Siempre se las ingenian para tener amistades y conocidos en lugares estratégicos. Son excelentes en el arte de trabajar haciendo que otros trabajen.
No quiero extenderme más en la descripción de esta especie porque el tiempo apremia. Observemos ahora a los humanis seductoris, popularmente conocidos como políticos...

Fluffy dijo...

En ese zoológico no tienen gente de mi especie? Debo decirles que los perros de tres cabezas gozamos de más presitigio porque detentamos la capacidad exclusiva de vigilar la entrada al Inframundo. Un perro de dos cabezas jamás podría hacerlo. Nosotros tenemos una cabeza para corroborar que el malo sea de verdad bien malo. No cualquiera se gana el derecho de entrar al Infierno. La segunda cabeza piensa en qué nos será de utilidad el nuevo ingreso, dado que inmediatamente deberá asumir un rol en la estancia, ya sea la eterna combustión espontánea de su cuerpo, emitir gritos y llantos en forma contínua, y otras más anodinas como vigilar la correcta reproducción de los tábanos. La tercer cabeza está dedicada a realizar la pregunta especial y única dedicada al nuevo aspirante; por lo general son preguntas sencillas, del tipo a quién admiras, o qué maldad es la que más te ha impactado, pero luego el arte está en re-preguntar, con el fin de medir la profundidad de la respuesta. Por ej, si el tipo responde que su ídolo es Osama bin Laden, se indagará el conocimiento que tenga de otros seres malignos y la jerarquía que establece entre ellos. Para ser claros, no nos sirve alguien que ponga al mismo nivel a un científico como Berríos y a un guerrillero como el Ñato Huidobro. Quien considera que un científico y un hombre de acción están a un mismo nivel de maldad se equivoca. La ciencia aspira a un grado de pureza que aunque ficticio, es digno de tener en cuenta, y por tanto decimos que le quita valor al acto maligno.
Pero bueno, toda esta perorata no tenía otro fin que dar a conocer nuestra importante función de ultratumba, tan poco valorada e ignorada por muchos.