¿Usted conoce mucha gente que asuma públicamente su incapacidad de perdonar?
Yo no.
Lo he escuchado muchas veces, dicho por pacientes que confían en el secreto profesional.
Si hago tantas argumentaciones en contra de la existencia del libre albedrío (1), es porque la inmensa mayoría de los habitantes del planeta, cree en él.
El libre albedrío sostiene que los seres humanos somos libres de hacer lo que queramos y que —por lo tanto—, somos responsables de nuestros actos.
El determinismo sostiene lo contrario.
Quienes defendemos esta hipótesis, decimos que varias causas (la mayoría desconocidas, algunas inconscientes y unas pocas conocidas), nos obligan a estudiar física nuclear, mudarnos a otra ciudad y llevar la corbata a rayas al casamiento de un amigo.
Los deterministas también pensamos que la influencia tan sutil, discreta pero ineludible de esas causas, nos permite creer que estudiamos física nuclear porque siempre nos gustó la matemática y nos regalaron una imagen de Einstein sacando la lengua, nos mudamos de ciudad para poder ir a la playa y elegimos esa corbata porque hace juego con las medias.
Desde mi punto de vista, el perdón no depende de la bondad, ideología o fuerza de voluntad del damnificado.
Si ocurre, es porque la acción perjudicial del otro, deja de molestarnos y nos olvidamos del agresor junto con su mala acción.
Es cierto que algunas personas simulan perdonar, así como otras disimulan la vejez tiñéndose las canas u operándose los senos.
Según el determinismo, el agresor no pudo evitar cometer un daño ni el perjudicado puede evitar tomarlo en cuenta, ni prevenir nuevos perjuicios ni calmar su sed de venganza.
Si no fuera así, no tendríamos tantas instituciones especializadas en «hacer justicia» con la mayor objetividad posible (sistema de justicia, abogados, jueces, policías, cárceles, investigadores).
(1) Libre albedrío y determinismo
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12 comentarios:
Pienso que las personas culpógenas somos más dadas a perdonar. En realidad no sé si perdonamos; lo más justo sería decir que creemos realmente haber perdonado. Perdonar es un imperativo social muy fuerte en nuestra cultura, y la culpa se vuelve muy pesada si no lo hacemos.
Perdonar es muy difícil porque para hacerlo realmente, debemos unificar nuestro razonamiento y nuestro sentimiento, es decir, pensar que la persona o el hecho merece ser perdonado y sentir que han desaparecido las ganas de vengarse.
Quizás sea más fácil perdonar si estamos convencidos que al hacerlo recibiremos un premio mucho mayor al prejuicio que nos provocó la afrenta. Por ej, creer que perdonar nos permitirá acceder al Reino de los Cielos.
Desearán todos los agresores ser olvidados?
Debemos responsabilizarnos por nuestros actos para que la organización social que nos hemos dado, continúe funcionando. No porque seamos responsables en realidad. Frente a los actos que llevamos adelante somos protagonistas, no responsables.
Después de vengarnos sentimos un alivio enorme, pero es posible que el rencor vuelva a crecer cuando notemos que ese acto de venganza nos marcó para siempre.
Yo ya perdoné a todos.
Cuando sos niño te obligan a perdonar en el acto, como si eso se pudiera hacer de manera automática. En realidad lo que te enseñan es a desconectarte de tus sentimientos.
Yo no soy rencorosa porque necesito que me quieran. Mis amigas dicen que soy una guampuda, pero a mí no me importa.
El Señor nos perdonó porque nos ha olvidado...
El libre albedrío es como la liebre que nunca se alcanza.
Los habitantes de otros planetas seguro creen en cosas mucho más interesantes que le libre albedrío.
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