lunes, 16 de agosto de 2010

El ansiolítico de la Real Academia Española

Es frecuente escucharnos hablar de la violencia, la inseguridad y —en general—, de los factores angustiantes de la vida.

Existe una aseveración muy dramática que dice: «somos hijos del rigor».

Según esta afirmación, los seres humanos sólo respondemos adecuadamente si somos castigados, si se nos impone una disciplina con firmeza. Algunos repiten «la letra con sangre entra», otros dicen que «es preferible ser temido a ser amado».

Claro que estas recetas, siempre son de aplicabilidad a todos menos a quien las propone. Los que tienen inconducta, los negligentes, los malos ciudadanos, son los otros.

Los niños, entre risas, gorjeos y llantos, padecen mucho miedo.

Los pequeños estarían particularmente expuestos a sentirse horrorizados.

El miedo no es a caerse, ni a ser heridos, ni a tener dolores físicos, sino a ser abandonados.

La ausencia de la madre —o de cualquier persona que él considere protectora—, le hace temer que lo dejaron sólo y que será atacado por todas esas cosas extrañas que ocurren en un entorno al que desconoce casi por completo.

Bajo ese estado de terror, el niño sufre de angustia y —con sus escasos recursos— busca soluciones.

Si un pequeño no ve a su mamá —porque se despertó sólo en su dormitorio—, se aterra si oye por primera vez el canto de un gallo.

El llanto o el grito desesperado, resolverá el problema en poco tiempo porque alguien acudirá a devolverle la tranquilidad.

Sin embargo, recordará ese (breve pero interminable) período que estuvo desprotegido, horrorizado y angustiado.

El miedo al abandono hará que aprenda a decir cocorocó (ó quiquiriquí) porque eso le hará sentir que controla al temible gallo.

Conclusión: los humanos aprendemos el lenguaje por temor, pues pensamos que hablando, controlamos (conjuramos) lo que nos angustia (violencia, inseguridad ciudadana, enfermedades).

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15 comentarios:

Gladys dijo...

Podemos controlar parte de lo que nos angustia por medio de la palabra. Nos permite organizar el pensamiento y a partir de allí podemos organizar (que es una forma de controlar) en cierta medida, la realidad.

Nora dijo...

La angustia es uno de esos malestares que, tal como ud dice, nos impulsa a hacer cosas para seguir viviendo.

la gordis dijo...

La comida puede controlar la angustia y/o la ansiedad porque nos retrotrae a la tranquilidad que experimentamos, en nuestros primeros meses de vida, después de haber sido alimentados por nuestra madre.

Elbio dijo...

Quien no es hábil para que lograr que otros lo amen, podrá encontrar un sustituto del amor en el temor que pueda generar en los demás. Ser temido, a algunas personas, puede aportarles seguridad.

Anónimo dijo...

Volvieron a aparecer peligros incontrolables ahí afuera. Es hora de que revises los peligros incontrolables que tienes ahí dentro.

Filisbino dijo...

Podemos mejorar nuestro rendimiento bajo presión, pero mucho menos de lo que podríamos mejorarlo por motivación.

Martín dijo...

Antes sentía terror porque desconocía mi entorno. Ahora siento terror porque lo conozco.

Lola dijo...

Me gusta que me rigoreen en mi alcoba...

Tatiana dijo...

Se puede perder el control de la angustia hasta perder la razón. Y aún con la razón perdida, la angustia sigue apareciendo.

Emiliano dijo...

Te joden después que el gallo canta tres veces.

Óliver dijo...

Yo aprendí a decir "niñera".

Doroteo dijo...

Uno se la pasa temiendo que lo ataquen cuando está solo y al final lo atacan cuando están todos juntos.

Facundo Negri dijo...

Empezás temiendo el abandono, y luego le sumás el miedo a caerte, a ser herido y a tener dolores físicos.

el negro dijo...

De pequeño me aterraba cuando no veía a mi mamá porque estaba demasiado oscuro.

Lucas dijo...

Mi madre demoraba mucho en devolverme la tranquilidad porque estuvo un montón de meses con la pierna enyesada.