domingo, 22 de agosto de 2010

Demasiadas coincidencias

Había tomado el 60 como todos estos últimos tiempos, desde que, en un acto de humillante condescendencia, «el viejo» me había ofrecido el puesto de limpiador, a las órdenes del encargado de vigilancia, para no dejarme sin trabajo como le insistían sus hijos.

Las tareas que desempeñaba antes, no eran gran cosa, pero al menos tenía otro horario, otra vestimenta, otro estatus, estaban más de acuerdo con mi primer año de Facultad.

El ómnibus venía bastante vacío a esa hora y yo tratando de dormir un poquito, «a cuenta de mayor cantidad», hasta que la mala suerte quiso que subiera un drogadicto, recién jeringueado (1), con una energía insoportable, melenudo, pura sonrisa alcaloide, vendiendo no sé qué mierda como si fuera oro en polvo «al increíble precio de ...».

Nunca falta algún bondadoso que le compre —«para ayudarlo, ¡pobre!»— y lo único que logra es que, además de pagar para viajar, tengamos que mantener a gente que vive molestando.

Cuando pensé que iba a bajarse para que yo pudiera seguir dormitando, el tipo empezó a embromar con otro tema, y haciendo mucho suspenso en base a silencios mal actuados, dijo:

«Me voy a tomar dos segundos más ... ahora les voy a ofrecer algo que no conseguirán en ningún otro lado ... Les voy a vender un sueño ... Esto no tiene valor monetario ... Sólo piensen durante diez segundos lo que más anhelen en sus vidas ...»

¡Qué pesado el tipo!

Pero... ¡un momento! ¡¡¡Exactamente lo mismo está en un video que mandó mi hija más chica en un correo de ayer!!! (2).

Mi ateísmo no puede controlar tanta coincidencia.

En media hora empieza una reunión de Alcohólicos Anónimos.

¡Claro! ¡soy yo quien vive molestando!


(1) El personaje quiere decir que el vendedor ambulante se habría inyectado alguna droga estimulante, usando una jeringa.

(2) Hacé click para ver el video que le envió la hija

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12 comentarios:

Alberto dijo...

Mire que la tiene con alcohólicos anónimos!

Martina dijo...

De acuerdo al video, también podría interpretarse que el personaje además de molestar, es capaz de cumplirle sueños a su hija y no lo hace; se dedica mucho más a los extraños que por casualidad viajan en un ómnibus cualquiera.

el poeta dijo...

Ud es un escritor plagiante. (Igual que todos, por supuesto).

Susana dijo...

Cuando llego amargada del trabajo, es una bendición que suba alguien vendiendo caramelos.

Marcia dijo...

Habría que prohibir a los que suben sólo a pedir y lo adoptan como un medio de vida.

Damián dijo...

Vi el video y me molestó que se muestre a los pasajeros como personas apagadas e indiferentes. Siempre hay un porcentaje de la población que la mayor parte del tiempo es así (viaje en remis o en colectivo), pero no se puede deducir que los pasajeros sean así porque no dan bolilla a los vendedores que suben cada tres paradas. Prestarles atención y entusiasmarse sería una postura impostada.

Magela dijo...

Ese muchacho que tuvo la suerte de acceder a la educación terciaria desprecia a un tipo que tiene una ocupación de igual calibre que la suya.

Guillermina dijo...

Viajar en bus está de menos man.

Rulo dijo...

Los brasucas son diferentes. Yo tendría que haber nacido ahí.

Martín dijo...

A mí también. Las coincidencias me ponen de mal humor. No me gusta andar buscando conexiones al pedo.

Anónimo dijo...

Ser encargado de vigilancia ya es una responsabilidad demasiado grande como para estar además a cargo de los limpiadores.

Irene dijo...

La hija lo que más anhela en su vida es a su padre. Y no lo sabe!