miércoles, 11 de agosto de 2010

Todo tiempo pasado tenía un futuro

Los relatos son historias salpicadas de verdad, para que nuestra mente pueda entenderlas y disfrutarlas.

La verosimilitud de un cuento (historia, novela, mito), no es grande. Sólo tiene el tamaño suficiente para que los personajes y situaciones, parezcan familiares para quienes los usan.

El psicoanálisis es un cuento, muy extenso, pero es un cuento.

Un gran novelista fue capaz de escribirlo, tomándose para ello muchos años. Me refiero naturalmente a Sigmund Freud (1856-1939).

Tanto es así, que el único premio que recibió por su obra fue el premio Goethe (1931), que se les concede a los escritores.

Por supuesto que no fue el primer gran novelista que orientó las vidas de millones de lectores.

Las mitologías (griega, romana, nórdica) de todos los pueblos de la antigüedad, cumplían igual propósito: Explicar nuestro origen, nuestra conducta, los misterios de la naturaleza.

El mayor éxito editorial se lo lleva La Biblia.

Sus historias, contadas como si hubieran ocurrido (y de hecho, puede ser que alguna sea real, aunque los creyentes aseguran que todas lo fueron), en las que los lectores encontramos criterios éticos y morales, nos enteramos de qué está bien y qué está mal y se describe minuciosamente al gran personaje de toda la humanidad: Dios.

Las historias nos atraen además, porque tienen algún final. Una vez conocido, es posible despreocuparse por esa terrible incógnita del futuro.

En los relatos, todo calza, cierra, encaja, coincide, como las baldosas de una vereda. La incertidumbre casi desaparece.

Claro que para creer en ellos y disfrutar de sus beneficios, son precisas altas dosis de ingenuidad, ignorancia e inmadurez.

Ya en la segunda mitad del siglo 20, las ficciones tranquilizadoras que todo lo explican, comenzaron a derrumbarse.

«Todo tiempo pasado fue mejor» porque —gracias a los grandes relatos— conocíamos el futuro.

Nota: la imagen pertenece a Laskmi, diosa de la belleza (hinduismo).


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5 comentarios:

Marcos dijo...

Todo tiempo pasado fue mejor porque tendemos a olvidar lo malo y recordar sólo lo bueno.

Eduardo dijo...

Cuando los mayas no conocían el futuro, sacrificaban a algún desgraciado y punto.
Los hebreos sacrificaban corderos.
Todos los pueblos han sacrificado siempre a sus infractores porque en el futuro podían dañarlos.
Las fuerzas de la naturaleza, los otros seres que nos rodean y cada uno de nosotros para sí mismo, todos exiben una faceta amenazante que se ubica en el futuro.
La angustia inherente a estar vivos, posiblemente radique en eso.

Iris dijo...

Valoro que para cuestionar las creencias de los demás, empiece por cuestionar las suyas propias.

Diego dijo...

Los relatos de final abierto son una patada al estómago del lector.

Rosana dijo...

Qué exagerado Diego! En los cuentos no se juega la vida.